Este 20 de Junio, se cumplen 84 a帽os del fallecimiento de la camarada Clara Zetkin, militante comunista nacida en Alemania el 5 de Julio de 1857 y uno de los principales pilares te贸rico-organizativos a nivel internacional del movimiento femenino de corte proletario y popular, siendo una destacada organizadora y promotora de la participaci贸n y lucha femenina dentro de la lucha de clases del proletariado, y la prinicipal promotora del 8 de Marzo como D铆a Internacional de la Mujer Trabajadora.
Las mujeres SolRojistas enarbolamos la bandera de la camarada Clara Zetkin y la recordamos con organizaci贸n y lucha clasista hacia la formaci贸n de la organizaci贸n revolucionaria de las mujeres trabajadoras en M茅xico.
A continuaci贸n, el texto Directrices para el movimiento comunista femenino de la camarada Zetkin.
Clara Zetkin
Directrices para el movimiento comunista femenino
Escrito: En 1920. Las
directrices fueron redactadas por Clara Zetkin y, previa consulta al
Comit茅 Ejecutivo de la Internacional Comunista, editadas por ella. El
Segundo Congreso de la Internacional Comunista por falta de tiempo no
pudo tratar la cuesti贸n de las mujeres seg煤n lo previsto
inicialmente.
Publicado por vez primera: Clara Zetkin: „Richtlinien f眉r die kommunistische Frauenbewegung“, Die Kommunistische Internationale, 1920/21, Nr. 15, S. 530-555
Fuente de la versi贸n castellana: Daniel Gaido.
HTML para marxists.org: Juan Fajardo, 2017.
Publicado por vez primera: Clara Zetkin: „Richtlinien f眉r die kommunistische Frauenbewegung“, Die Kommunistische Internationale, 1920/21, Nr. 15, S. 530-555
Fuente de la versi贸n castellana: Daniel Gaido.
HTML para marxists.org: Juan Fajardo, 2017.
I
El II Congreso de la III Internacional hace suya la resoluci贸n del I
Congreso acerca de la necesidad de dar consciencia de clase a las
grandes masas de mujeres proletarias, de educarlas en los ideales
comunistas, de convertirlas en compa帽eras de lucha y en seguras y
decididas colaboradoras hacia el comunismo. La vigorosa participaci贸n de
las proletarias en las luchas revolucionarias por la superaci贸n del
capitalismo y la realizaci贸n del comunismo es del todo indispensable. Y
es necesario para que todas las mujeres sean capaces de desarrollar
plenamente su personalidad, con la solidaridad de todo el cuerpo social,
mediante la educaci贸n, ya sea en la actividad profesional o en la de
madre, de forma que les sean asegurados todos sus derechos sociales. Y
es necesario, para que el proletariado sea cada vez m谩s compacto y
fuerte en la lucha revolucionaria contra el sistema burgu茅s y en la
construcci贸n revolucionaria del nuevo sistema, que sean creadas las
condiciones sociales para la consecuci贸n de este objetivo.
II
La historia del pasado y del presente nos ense帽a que la propiedad
privada es la 煤ltima y m谩s profunda causa de la situaci贸n de privilegio
del hombre frente a la mujer. La aparici贸n y consolidaci贸n de la
propiedad privada son las causantes de que la mujer y el ni帽o, al igual
que los esclavos, pudiesen convertirse en propiedad del hombre. Por esta
causa ha aparecido la dominaci贸n del hombre por el hombre, la
contradicci贸n de clase entre ricos y pobres, entre explotadores y
explotados; debido a ello pudo producirse la relaci贸n de dependencia de
la mujer en cuanto esposa y madre del hombre, su subordinaci贸n al
hombre, su inferioridad en la familia y en la vida p煤blica. Esta
relaci贸n todav铆a sigue existiendo en nuestros d铆as entre los llamados
pueblos avanzados; se manifiesta en las costumbres, en las leyes con la
privaci贸n de derechos, o como m铆nimo en la inferioridad del sexo
femenino ante la ley, en su posici贸n subordinada en el seno de la
familia, en el Estado y en la sociedad, en su condici贸n de tutelada y en
su menor desarrollo espiritual, en la insuficiente valoraci贸n de sus
prestaciones maternas y de su significado para la sociedad. En los
pueblos de cultura europea, este estado de cosas ha sido consolidado y
promovido por el hecho de que, con el desarrollo del artesanado
corporativo, la mujer queda desplazada de los sectores de producci贸n de
bienes industriales en la sociedad y relegada a desempe帽ar su actividad
en la econom铆a familiar, s贸lo para su propia familia.
Para que la mujer llegue a obtener la plena equiparaci贸n social con
el hombre -de hecho y no s贸lo en los textos de leyes y sobre el papel-
para que pueda conquistar como el hombre la libertad de movimiento y de
acci贸n para todo el g茅nero humano, existen dos condiciones
indispensables: la abolici贸n de la propiedad privada de los medios de
producci贸n y su sustituci贸n por la propiedad social, y la inserci贸n de
la actividad de la mujer en la producci贸n de bienes sociales dentro de
un sistema en el que no existan ni la explotaci贸n ni la opresi贸n.
Solamente la realizaci贸n de estas dos condiciones hace que sea imposible
que la mujer, como esposa y como madre, quede subordinada
econ贸micamente al hombre en la familia, o que por la contradicci贸n de
clase existente entre explotadores y explotados caiga, en tanto que
proletaria y obrera de la industria, bajo el dominio y la explotaci贸n
econ贸mica del capitalista. De hecho, estos supuestos, excesivos y
unilaterales, tanto en la econom铆a dom茅stica y en la maternidad como en
la actividad profesional, paralizan cualidades y energ铆as preciosas de
la mujer y hacen imposible que se armonice, los dos 谩mbitos de sus
deberes. S贸lo la actuaci贸n de estas dos premisas garantiza a la mujer el
desarrollo multiforme de su capacidades y de sus energ铆as, y le permite
actuar con iguales derechos e iguales deberes como trabajadora y
creadora en una comunidad de trabajadores y creadores, equiparados a su
vez en derechos y deberes, y vivir plenamente su actividad de obrera y
de madre de forma armoniosa.
III
Las reivindicaciones del movimiento femenino burgu茅s han demostrado
ser impotentes para garantizar los plenos derechos de todas las mujeres.
Naturalmente, el afianzamiento de estas reivindicaciones reviste un
significado que no debe ser subvalorado, ya que, por una parte, la
sociedad burguesa y su Estado abandonan oficialmente el viejo prejuicio
de la inferioridad del sexo femenino y, por otra, con la equiparaci贸n de
la mujer reconocen su igualdad social. Sin embargo, en la praxis, la
realizaci贸n de las reivindicaciones feministas conduce esencialmente a
una modificaci贸n del sistema capitalista en favor de las mujeres y las
adolescentes de las clases poseedoras, mientras la abrumadora mayor铆a de
proletarias, de las mujeres del pueblo trabajador, se ven tan expuestas
como antes, en su calidad de oprimidas y explotadas, a que se manipule
su personalidad y a que se menosprecien sus derechos y de sus intereses.
Mientras el capitalismo exista, el derecho de la mujer a disponer
libremente de su patrimonio y de su persona representa solamente el
煤ltimo estadio de emancipaci贸n de la propiedad y de las posibilidades de
explotaci贸n de las proletarias por parte de los capitalistas. El
derecho de la mujer a la misma formaci贸n y profesi贸n que el hombre puede
alcanzar, abre a las mujeres de los poseedores los llamados sectores
profesionales superiores, poniendo con ello en acci贸n el principio de la
concurrencia capitalista, con la que se agudiza el contraste econ贸mico y
social entre los sexos. Finalmente, la m谩s importante y grandiosa de
las reivindicaciones feministas -la que proclama la plena equiparaci贸n
pol铆tica de los dos sexos, y en particular el reconocimiento del derecho
de voto tanto para elegir como para ser elegida- es decididamente
insuficiente para asegurar derechos y libertad a las mujeres pobres o de
pocos posibles.
Con la perduraci贸n del capitalismo, el derecho de voto representa
solamente la consecuci贸n de una democracia pol铆tica puramente formal,
burguesa, y no de una democracia real, econ贸mica, social, proletaria. El
derecho de voto general, igual, secreto, directo, activo y pasivo para
todos los adultos significa solamente que la democracia burguesa ha
llegado a su 煤ltimo grado de desarrollo y que este voto se convierte por
tanto en el fundamento y la cobertura de la forma pol铆tica m谩s completa
de dominio de clase por parte de los poseedores y explotadores. Este
dominio de clase se intensifica en el actual per铆odo de imperialismo, de
desarrollo social revolucionario -a pesar del derecho de voto
democr谩tico- hasta convertirse en la dictadura de clase m谩s violenta y
brutal contra los proletarios y los explotados. Este derecho de voto no
elimina la propiedad privada de los medios de producci贸n, y por tanto no
elimina tampoco la contradicci贸n de clase entre burgues铆a y
proletariado; y no suprime la causa de subordinaci贸n econ贸mica y
explotaci贸n de la gran mayor铆a de mujeres y hombres ante una minor铆a de
mujeres y hombres poseedores. El derecho de voto solamente esconde esta
dependencia y esta explotaci贸n con el enga帽oso velo de la equiparaci贸n
pol铆tica. Tampoco la plena equiparaci贸n pol铆tica puede ser el objetivo
final del movimiento y de la lucha de las mujeres proletarias. Para
ellas la consecuci贸n del derecho de voto y de elegibilidad s贸lo es uno
m谩s entre los distintos instrumentos que les posibilitan poderse reunir,
prepararse para el trabajo y la lucha con vistas a la construcci贸n de
un orden social emancipado del dominio de la propiedad privada sobre los
hombres que sea, despu茅s de la abolici贸n de la contradicci贸n de clase
entre explotadores y explotados, una ordenaci贸n social de trabajadores
libres, con iguales derechos y deberes.
IV
El comunismo es el 煤nico sistema social que re煤ne estas exigencias y,
con ello, garantiza plena libertad y justicia a todo el sexo femenino.
El fundamento del comunismo es la propiedad social de los grandes medios
que dominan la econom铆a social, de la producci贸n y distribuci贸n de
bienes, del intercambio. El comunismo, aboliendo la propiedad privada de
estos medios, elimina la causa de la opresi贸n y explotaci贸n del hombre
por el hombre, el contraste social entre ricos y pobres, explotadores y
explotados, dominadores y oprimidos, y por tanto tambi茅n el contraste
econ贸mico y social entre hombre y mujer. La mujer, en cuanto miembro de
la sociedad, de la administraci贸n y de la explotaci贸n de los medios de
producci贸n y distribuci贸n de la sociedad, disfruta al lado del hombre de
los productos materiales y culturales, de su empleo y utilizaci贸n y
queda solamente sometida en su desarrollo y en su actividad al v铆nculo
de solidaridad colectiva, pero no, porque es mujer, a la persona de un
solo hombre o a la peque帽a unidad moral que es la familia; y mucho menos
sometida a un capitalista ansioso de beneficios y a una clase dominante
de explotadores.
La ley m谩s importante de la econom铆a comunista es la satisfacci贸n de
la necesidad de bienes materiales y culturales de cada miembro de la
sociedad, seg煤n las m谩ximas posibilidades que permitan el nivel de
producci贸n y la cultura. Este objetivo solamente puede ser alcanzado
imponiendo la obligaci贸n de trabajar a todos los adultos sanos y
normales, sin discriminaciones de sexo. Solamente puede ser alcanzado en
una organizaci贸n social que reconozca la igualdad de todo trabajo 煤til y
socialmente necesario, que valore tambi茅n la actividad materna como
prestaci贸n social, una organizaci贸n que predisponga las condiciones de
desarrollo de sus miembros desde su nacimiento, dentro del 谩mbito de un
trabajo social libre, y promueva el m谩ximo desarrollo consciente de las
facultades productivas.
V
El comunismo, el gran emancipador del sexo femenino, no puede ser
solamente el resultado de la lucha com煤n de las mujeres de todas las
clases por la reforma del sistema burgu茅s en la direcci贸n indicada por
las reivindicaciones feministas, no puede ser solamente el resultado de
una lucha contra la posici贸n social privilegiada del sexo masculino. El
comunismo s贸lo y 煤nicamente puede ser realizado mediante la lucha com煤n
de las mujeres y hombres del proletariado explotado contra los
privilegios, el poder de los hombres y mujeres de las clases poseedoras y
explotadoras. El objetivo de esta lucha de clases es la superaci贸n de
la sociedad burguesa, del capitalismo. En esta lucha el proletariado
puede estar seguro de conseguir la victoria si logra despedazar el poder
de la burgues铆a explotadora mediante acciones revolucionarias de masas,
si logra despedazar el dominio de clase de la burgues铆a sobre la
econom铆a y el Estado mediante la conquista del poder pol铆tico y la
instauraci贸n de su dictadura de clase en el sistema de consejos
(soviets). El estadio inicial inevitable de la sociedad comunista
formada por trabajadores con iguales derechos e iguales deberes no es la
democracia burguesa, sino su superaci贸n mediante el dominio de clase
proletario, mediante el Estado proletario. En la lucha por la conquista
del poder del Estado, las clases dominantes y explotadoras ponen en
movimiento, contra la vanguardia del proletariado, los instrumentos m谩s
brutales de su dictadura de clase. Las acciones de masas de los
explotados y de los oprimidos desembocan en la guerra civil.
La victoria del proletariado gracias a las acciones de masas
revolucionarias y a la guerra civil, no puede concebirse sin la
participaci贸n consciente, entregada y resuelta de las mujeres
pertenecientes al pueblo trabajador. Estas, de hecho, representan la
mayor铆a, o a la enorme mayor铆a, de la poblaci贸n trabajadora de casi
todos los pa铆ses desarrollados, y su papel en la econom铆a social y en la
familia es a menudo decisivo para el 茅xito de las luchas de clase entre
explotadores y explotados, as铆 como para el comportamiento de los
mismos proletarios en esta lucha. La conquista del poder pol铆tico por
parte del proletariado debe ser tambi茅n obra de las proletarias
comunistas. Este mismo principio sigue siendo v谩lido despu茅s de la
consolidaci贸n de la dictadura de la clase proletaria, para la
construcci贸n del sistema de consejos, para la construcci贸n del
comunismo. Esta profunda y gigantesca transformaci贸n de la sociedad, de
su base econ贸mica, de todas sus instituciones, de toda la vida moral y
cultural, no puede ser posible sin la activa e iluminada participaci贸n
de las masas de mujeres comunistas. La colaboraci贸n de estas masas
representa no s贸lo una importante contribuci贸n a la realizaci贸n del
comunismo, sino tambi茅n una rica aportaci贸n de multiformes servicios.
Este trabajo es una premisa para el necesario incremento de la riqueza
social de la sociedad y para el aumento, mejora y profundizaci贸n de su
cultura.
Del mismo modo como la lucha de clase revolucionaria del proletariado
en cada pa铆s es una lucha internacional y alcanza su cima en la
revoluci贸n mundial, tambi茅n la lucha revolucionaria de las mujeres
contra el capitalismo y contra su estadio superior de desarrollo, el
imperialismo, la lucha por la dictadura del proletariado y la
consolidaci贸n de la dictadura de clase y del sistema de consejos, deben
ser entendidas a nivel internacional.
VI
El espantoso crimen que representa la guerra mundial imperialista de
los grandes estados capitalistas y las condiciones que ha creado, han
agudizado al m谩ximo las contradicciones sociales y las penalidades de la
mayor铆a de las mujeres. Estas son las inevitables consecuencias del
capitalismo, y s贸lo pueden desaparecer con su destrucci贸n. Esta
situaci贸n no es solamente la de los pa铆ses beligerantes, sino tambi茅n la
de los Estados neutrales, que en su conjunto se han visto m谩s o menos
afectados por el sangriento carrusel de la guerra mundial y sus efectos.
La inmensa tensi贸n y el continuo aumento de los precios imposibles de
los alimentos de primera necesidad y los alquileres, de los medios de
subsistencia de muchos millones de mujeres, hace que sus preocupaciones,
sus privaciones, sus penas y dolores en su vida de obreras, amas de
casa y madres lleguen a ser insoportables. La escasez de casas se ha
convertido en una terrible plaga. El estado de salud de las mujeres en
concreto contin煤a empeorando cada vez m谩s, tanto por la subalimentaci贸n
cr贸nica que padecen, como por la fatiga del trabajo en la f谩brica y en
la econom铆a dom茅stica. El n煤mero de madres que dan a luz ni帽os sanos y
vigorosos est谩 disminuyendo cada vez m谩s. La mortalidad infantil sube de
forma inquietante; males y enfermedades, consecuencias de la
insuficiente nutrici贸n y de las m铆seras condiciones de vida en general,
son el destino de centenares de miles, incluso millones de ni帽os
proletarios, y la desesperaci贸n de sus madres.
Un peculiar fen贸meno est谩 agudizando las penalidades de las mujeres
en todos los pa铆ses en los que el capitalismo mantiene su dominio.
Durante la guerra, el trabajo profesional de las mujeres hab铆a
registrado un aumento extraordinario. En los pa铆ses beligerantes estaba
entonces vigente el slogan: las mujeres en los primeros puestos de la
econom铆a, de la administraci贸n y de todas las actividades culturales. El
prejuicio contra el «sexo d茅bil, poco dotado y atrasado» quedaba
sofocado por el sonido de las trompetas triunfales y del rugido del
poder y de la explotaci贸n del imperialismo, estadio m谩ximo del
capitalismo internacional. La necesidad de ganar dinero, la mentira de
la defensa de la patria junto con la ansiedad de la ganancia
capitalista, empujaron a masas de mujeres a emplearse en la industria y
en la agricultura, en el comercio y en los negocios. En todos los
sectores de la administraci贸n local y estatal, en los llamados servicios
p煤blicos y en las profesiones liberales, el trabajo de las mujeres
aumentaba d铆a a d铆a.
Ahora, cuando la industria capitalista se ha visto disgregada por la
guerra mundial, cuando el capitalismo todav铆a dominante se muestra
impotente para reconstruir la econom铆a seg煤n las necesidades materiales y
culturales de las grandes masas trabajadoras, cuando la ca铆da de la
econom铆a y su sabotaje consciente por parte de los capitalistas ha
provocado una crisis de estancamiento de la producci贸n y una
desocupaci贸n como nunca se hab铆a visto; ahora, decimos, las mujeres son
las primeras v铆ctimas, y las m谩s numerosas, de esta crisis. Los
capitalistas y la administraci贸n estatal y local capitalista tienen
mucho menos miedo a la mujer en paro que al hombre en paro, ya que la
primera es como m铆nimo pol铆ticamente ignorante y est谩 desorganizada.
Tambi茅n tienen en cuenta el hecho de que la mujer en paro puede llevar
al mercado y vender, como 煤ltima mercanc铆a, su propia feminidad. En
todos los pa铆ses en los que el proletariado no ha conquistado el poder
mediante su lucha revolucionaria, resuena hoy con nueva fuerza el
slogan: ¡fuera las mujeres de los puestos de trabajo, que vuelvan al
sitio que les corresponde, que es la casa! Un slogan que resuena incluso
dentro de los sindicatos, que obstaculiza y hace m谩s ardua la lucha por
la paridad del salario y la paridad de prestaciones para ambos sexos,
al tiempo que a su lado renace la ideolog铆a
peque帽o-burguesa-reaccionaria de la «煤nica profesi贸n aut茅nticamente
natural» y la inferioridad de la mujer. Como fen贸meno paralelo a la
creciente desocupaci贸n y a la miseria de innumerables mujeres, se
registra una intensificaci贸n de la prostituci贸n en sus formas m谩s
variadas, desde el matrimonio por conveniencia hasta la cruda venta del
cuerpo femenino bajo la forma de «trabajo a destajo» sexual.
La tendencia a echar cada vez m谩s a la mujer del campo de trabajo
social est谩 en estridente contradicci贸n con la creciente necesidad de
amplias masas femeninas de una actividad aut贸noma, lucrativa y
satisfactoria. La guerra mundial ha matado a millones de hombres y ha
convertido a otros tantos en inv谩lidos parciales o totales, necesitados
de cuidados y de asistencia; la disgregaci贸n de la econom铆a capitalista
no consiente que millones de hombres puedan cubrir las necesidades de la
familia con lo que les produce su propio trabajo. La tendencia
mencionada est谩 en abierta contradicci贸n con los intereses de la
abrumadora mayor铆a de los miembros de la sociedad. S贸lo utilizando en
los m谩s distintos sectores de actividad todas las energ铆as y capacidades
de las mujeres, la sociedad conseguir谩 compensar la inmensa destrucci贸n
de bienes materiales y culturales provocada por la guerra, y aumentar
en la justa medida su riqueza y su cultura.
Esta fuerte tendencia a echar a la mujer de la producci贸n de los
bienes sociales y de la cultura encuentra su 煤ltima raz贸n en el ansia de
beneficio del capital, que quiere perpetuar su poder de explotaci贸n.
Demuestra la irreconciliabilidad de la econom铆a capitalista, del orden
burgu茅s, con los intereses m谩s profundos de la abrumadora mayor铆a de las
mujeres y de los miembros de la sociedad en general.
Para hacer frente a todas las necesidades m谩s urgentes de las mujeres
-que son el inevitable resultado de la naturaleza explotadora y
opresiva del capitalismo- existe una sola v铆a. La guerra ha agudizado al
m谩ximo estas necesidades, convirtiendo a inmensas masas femeninas en
sus desventuradas v铆ctimas. Pero no son fen贸menos transitorios que
desaparecer谩n con la paz, sino que no debe olvidarse que la
supervivencia del capitalismo amenaza constantemente a la humanidad con
nuevas guerras de conquista imperialistas, cuyas se帽ales son ya hoy
evidentes. Los millones de proletarias, mujeres del pueblo trabajador,
sienten del modo m谩s oprimente el malestar social, puesto que en ellas
coincide su situaci贸n de clase en cuanto explotadas y la situaci贸n de
inferioridad intr铆nseca de su sexo, lo que las convierte en las v铆ctimas
m谩s duramente golpeadas por el orden capitalista. Sin embargo, sus
afanes y sus penalidades s贸lo son fen贸menos concretos del destino
general de la clase proletaria explotada y oprimida, y ello sucede en
todos los pa铆ses que siguen estando sometidos al r茅gimen capitalista.
Esta situaci贸n no podr谩 ser cambiada nunca por una reforma de la
ordenaci贸n burguesa, por una presunta «lucha contra el estado de miseria
posb茅lico». Los afanes y las penalidades solamente podr谩n desaparecer
con la desaparici贸n de este sistema, con la lucha revolucionaria de los
hombres y mujeres explotados y desheredados de todos los pa铆ses, con la
acci贸n revolucionaria del proletariado mundial. S贸lo y 煤nicamente la
revoluci贸n mundial podr谩 resolver, como un tribunal mundial de la
historia, las consecuencias de la guerra en cada pa铆s en concreto, desde
la miseria hasta la decadencia moral y espiritual, hasta los
sangrientos sufrimientos de las masas, y determinar la definitiva ca铆da
del capitalismo.
VII
Ante las situaciones sociales que hemos esbozado, el Segundo Congreso
de la Internacional comunista celebrado en Mosc煤 decide lanzar un
llamamiento a todas las mujeres del pueblo trabajador que piden libertad
y humanidad, a fin de que se unan a las filas de los partidos
comunistas de sus respectivos pa铆ses y, con ello, a las filas de la
Internacional comunista, la cual unifica las acciones de estos partidos,
su fuerza y su firmeza. La Internacional Comunista, en su lucha por la
consecuci贸n de objetivos claros, seguros y concretos, la superaci贸n del
capitalismo y la construcci贸n del comunismo, ha demostrado ser la
representante m谩s consciente y segura del derecho de las mujeres. En
inter茅s del sexo femenino, contin煤a a un nivel hist贸rico superior la
obra que la II Internacional hab铆a iniciado, pero que no hab铆a sabido
desarrollar coherentemente al dejarse influir cada vez m谩s por el
reformismo oportunista en el movimiento obrero, lo que le impidi贸 pasar
de una comunidad de ideas a una comunidad de hechos; aquella obra que
ella misma traicion贸 ignominiosamente en agosto de 1914. En realidad, la
Segunda Internacional lleg贸 incluso a sacrificar el derecho y los
intereses de las mujeres cuando renunci贸 a movilizar los proletarios de
todos los pa铆ses en la lucha revolucionaria internacional contra el
imperialismo capitalista, contra el sistema capitalista, bendiciendo en
cambio la conciliaci贸n entre explotadores y explotados en los ej茅rcitos
nacionales que el imperialismo lanz贸 uno contra otro -en una guerra
fratricida y suicida para la clase obrera- para satisfacer su sed de
ganancia y el ansia de poder mundial del capitalismo.
En el momento de su fundaci贸n, la Segunda Internacional enumer贸 entre
sus objetivos el de la lucha por la plena equiparaci贸n y emancipaci贸n
social del sexo femenino. Su acci贸n fue, sin lugar a dudas, importante y
progresiva al difundir estas reivindicaciones en amplios estratos de la
poblaci贸n, con la convicci贸n de que su victoria presupondr铆a la
destrucci贸n del capitalismo y la llegada del socialismo, convicci贸n
apoyada por el inconciliable antagonismo de clase entre las mujeres de
la minor铆a explotadora y las mujeres de la mayor铆a explotada, y la
solidaridad internacional y nacional entre los esclavos asalariados sin
discriminaci贸n de sexo. La Segunda Internacional oblig贸 a las
organizaciones sindicales y a los partidos socialistas a admitir a las
mujeres en sus filas como miembros equiparados y corresponsables en las
luchas econ贸micas y pol铆ticas del proletariado. Consigui贸 tambi茅n que se
incrementara la capacidad de lucha y de defensa de las proletarias en
su lucha de clase gracias a las reducciones legales del poder de
explotaci贸n capitalista mediante instituciones sociales para la
asistencia a las amas de casa y a las madres, y el reconocimiento de la
equiparaci贸n pol铆tica. Reivindic贸 la neta separaci贸n del movimiento
femenino socialista del burgu茅s. Sin embargo, el que estas aspiraciones
encontraran aplicaci贸n y se convirtieran en objetivos de lucha, fue una
cuesti贸n que la Segunda Internacional dej贸 en manos de las
organizaciones sindicales y de los partidos socialdem贸cratas de los
distintos pa铆ses. En general, las realizaciones en el campo de los
intereses femeninos y de los derechos de las mujeres se fueron
consiguiendo seg煤n la influencia que la socialdemocracia organizada en
los distintos pa铆ses logr贸 ejercer sobre las organizaciones de
proletarios.
El abismo entre teor铆a y pr谩ctica, entre decisiones y hechos, aparece
en concreto en el planteamiento de las reivindicaciones de los derechos
de las mujeres. La Segunda Internacional toler贸 que las organizaciones
inglesas afiliadas lucharan durante a帽os por la introducci贸n de un
derecho de voto femenino restringido lo cual, de haber sido conseguido,
s贸lo hubiera aumentado el poder pol铆tico de los poseedores y reforzado
su resistencia contra el sufragio universal para todos los adultos.
Permiti贸 tambi茅n que el partido socialdem贸crata belga y, m谩s tarde, el
austr铆aco, se negasen a incluir, en sus grandes luchas por el derecho de
voto, la reivindicaci贸n del sufragio universal femenino. De hecho, el
Congreso de la Segunda Internacional celebrado en Stuttgart comprometi贸 a
los partidos socialdem贸cratas de todos los pa铆ses a iniciar la lucha
por el sufragio universal femenino como parte esencial e irrenunciable
de la lucha general del proletariado por el derecho de voto y por el
poder, en neta contraposici贸n con las aspiraciones feministas y
dem贸crata-burguesas, rechazando cualquier pol铆tica
oportunista-reformista. Pero tambi茅n esta resoluci贸n qued贸 s贸lo sobre el
papel en la mayor铆a de los pa铆ses, y no consigui贸 impedir, por otra
parte, que el Partido de los socialistas unificados de Francia se
contentase con plat贸nicas propuestas parlamentarias para la introducci贸n
del voto de la mujer, ni que el Partido socialdem贸crata de B茅lgica se
viera incluso sobrepasado en sus propuestas para el sufragio femenino
universal por las reivindicaciones de los clericales.
La actitud de la Segunda Internacional fue miserable, vergonzosa y
deshonrosa cuando, en el seno del movimiento obrero de todo el mundo,
las mujeres socialistas de los Estados beligerantes y neutrales fueron
las primeras en iniciar un intento tangible para imponer la solidaridad
de los explotados contra los comandos nacionales de socialpatriotas
traidores, para obligar, mediante acciones de masa revolucionarias a
nivel internacional a que los gobiernos imperialistas declararan la paz,
y empezaron a preparar el terreno hist贸rico para el desarrollo de la
lucha revolucionaria internacional de los obreros hasta la conquista del
poder pol铆tico y el derrocamiento del imperialismo y el capitalismo.
Lejos de apoyar estos intentos, la Segunda Internacional dio su t谩cito
consentimiento a que los partidos afiliados de los distintos pa铆ses -y
el primero de todos el «partido modelo» de ayer en cuanto a
organizaci贸n, y en cuanto a tacticismo, decadencia y fracaso hoy: la
socialdemocracia alemana- los cubrieran de insultos, los denunciaran e
impidieran por todos los medios su triunfo. La Segunda Internacional
sigue actuando todav铆a hoy de forma que refuerza el poder de explotaci贸n
del capitalismo y obstaculiza la conquista de cualquier libertad para
el sexo femenino, enga帽ando a las masas proletarias con los artificios
de la democracia, del parlamentarismo, del social- patriotismo y del
social-pacifismo.
Por lo dem谩s, la Segunda Internacional no ha creado nunca un 贸rgano
que promoviese a nivel internacional la realizaci贸n de los principios y
reivindicaciones a favor de la mujer. Los inicios de una organizaci贸n
internacional de las mujeres proletarias y socialistas por una acci贸n
unitaria y decidida han nacido al margen de su organizaci贸n, de forma
aut贸noma. Las representantes de estas organizaciones femeninas han sido
admitidas en los congresos de la Segunda Internacional, pero sin el
derecho formal de participaci贸n; la Internacional femenina socialista no
tuvo voz en el seno del Bur贸 de la Segunda Internacional.
Las comunistas y las socialistas revolucionarias consecuentes deben,
por tanto, romper sus relaciones con la Primera Internacional y
adherirse a la Internacional comunista, que no se convertir谩 en la lucha
por los derechos y la libertad de las mujeres en una f谩brica de
resoluciones, sino en una comunidad de acci贸n. La forma m谩s completa y
m谩s adecuada de adhesi贸n es la entrada en los partidos nacionales que
forman parte de la Internacional comunista. Los miembros femeninos de
partidos y organizaciones que todav铆a no hayan decidido adherirse a la
Internacional Comunista, tienen naturalmente el deber de utilizar todas
las energ铆as de que dispongan a fin de que estas organizaciones y
partidos reconozcan las directrices de principio, t谩cticas y
organizativas de la Internacional comunista, se adecuen a las mismas en
todos los aspectos, y act煤en en consecuencia. Las comunistas y
socialistas revolucionarias coherentes, proletarias, deben volver la
espalda a aquellas organizaciones y aquellos partidos que persistan en
un planteamiento de principio hostil a la Internacional comunista, que
amenazan con contaminar y paralizar la lucha de clase proletaria
mediante consignas oportunistas y reformistas. ¡Por la actividad
revolucionaria de la Tercera Internacional! - esta debe ser la consigna
general y un铆voca de todas las mujeres del pueblo trabajador que quieran
liberarse de la esclavitud de clase y de sexo.
VIII
El Segundo Congreso de la Internacional Comunista compromete a todos
los partidos afiliados a actuar seg煤n las directrices indicadas con el
fin de conseguir las m谩s amplias masas femeninas, organizar铆as y
prepararlas para una fuerte lucha y para su m谩xima entrega al comunismo;
para demostrarles con palabras y hechos que s贸lo la lucha
revolucionaria de clase del proletariado y la consecuci贸n de sus
objetivos pueden garantizar la plena justicia, la plena libertad y la
plena humanizaci贸n de todo el sexo femenino. De acuerdo con estas
directrices, los partidos comunistas deben actuar del siguiente modo:
A. En los pa铆ses en los cuales el proletariado ha conquistado
el poder estatal y ha edificado su dominio en el sistema de los soviets,
como en Rusia:
1. Movilizaciones generales de mujeres en todas las luchas y
actuaciones de toda clase que combatan la actividad de los
contrarrevolucionarios internos y extranjeros en el frente y en la
patria, por la reafirmaci贸n y consolidaci贸n del sistema de los soviets:
por ejemplo, el servicio de las milicias femeninas, de las Enfermeras
Rojas, trabajo de formaci贸n educativa en el Ej茅rcito Rojo, etc. La
colaboraci贸n interna y consciente de las mujeres es indispensable, por
otra parte, para la total superaci贸n no s贸lo de todos los residuos
econ贸micos y sociales del capitalismo, sino tambi茅n de su ego铆sta moral.
2. Profunda formaci贸n de las proletarias, de las peque帽as campesinas,
de todas las mujeres trabajadoras en general, con el fin de que sepan
que una superaci贸n m谩s r谩pida del dif铆cil per铆odo de transici贸n que
desde los 煤ltimos aleteos del capitalismo debe conducir hasta la forma
superior del capitalismo tambi茅n depende de ellas, de su creciente
comprensi贸n de los problemas, de su voluntad y de su abnegaci贸n; un
per铆odo dif铆cil de transici贸n, durante el cual males, penalidades y
sacrificios, se abatir谩n inevitablemente en particular sobre las mujeres
y sus hijos.
3. Profunda formaci贸n de las proletarias, de las peque帽as campesinas,
de todas las mujeres trabajadoras en general, con el fin de que
comprendan que el nuevo orden social liberador que es el comunismo total
-que est谩 madurando bajo las luchas contra las fuerzas del viejo mundo
burgu茅s y en la controversia con nuevos problemas- ha de ser en gran
medida tambi茅n obra de ellas mismas, fruto de la claridad de objetivos,
de la inquebrantable voluntad, de la acci贸n de cada una de ellas,
dispuestas en todo momento al sacrificio.
4. Amplia participaci贸n de las trabajadoras en las labores de
reconstrucci贸n econ贸mica a trav茅s de los 贸rganos de los soviets, de los
sindicatos y las cooperativas, as铆 como de sus diversas secciones.
5. Amplia participaci贸n de las mujeres en los soviets, en sus
diversos organismos de control, administraci贸n y construcci贸n, as铆 como
en cualquier otro campo, sin excluir el de la ciencia.
6. Organizaci贸n de las condiciones de trabajo de las mujeres
trabajadoras que tenga en cuenta la espec铆fica naturaleza del organismo
femenino y los esfuerzos f铆sicos y ps铆quicos de la funci贸n de madre,
haciendo posible una vinculaci贸n arm贸nica de la misma con la actividad
profesional, vinculaci贸n que permita el pleno desarrollo de las energ铆as
y valores de la feminidad.
7. Inserci贸n de la tradicional econom铆a familiar - que es la forma
m谩s atrasada, m谩s deformada y m谩s reducida del viejo artesanado que la
suceder谩- en la econom铆a general de la sociedad para transformar al ama
de casa, desde esclava de la peque帽a econom铆a aislada en libre
trabajadora de la gran econom铆a social.
8. Creaci贸n de instituciones sociales-modelo que desarrollen las
tareas econ贸micas de la mujer en la familia del pasado, y que la ayuden e
integren en sus tareas de madre.
9. Instituci贸n de 贸rganos asistenciales sociales ejemplares para la
protecci贸n de la maternidad, de los ni帽os y los adolescentes.
10. Promoci贸n de instituciones an谩logas para la asistencia a los
enfermos, incurables, ancianos e inv谩lidos: previsiones econ贸micas y
educativas que permitan la recuperaci贸n de las prostitutas, esa herencia
del orden burgu茅s, rescat谩ndolas del lumpenproletariado y
reincorpor谩ndolas a la comunidad de los trabajadores.
11. Edificaci贸n de un sistema educativo y de formaci贸n profesional
que, basado en una instrucci贸n profesional y en la educaci贸n de grupo
(Koedukation), garantice a cada individuo el desarrollo de su propia
personalidad y de su esp铆ritu de solidaridad, asegurando con ello
tambi茅n al sexo femenino las condiciones para el desarrollo de una
personalidad multiforme.
12. Amplia colaboraci贸n de las mujeres en la determinaci贸n y la
actuaci贸n de estas providencias (en el curso de su creaci贸n,
organizaci贸n y administraci贸n de los ordenamientos), para aligerar las
tareas del ama de casa y de la madre, y que ayuden en la asistencia
social, en particular a la asistencia de las mujeres, ni帽os y
adolescentes.
B. En todos los pa铆ses en los cuales el proletariado sigue luchando por la conquista del poder pol铆tico:
1. Encuadramiento de las mujeres como miembros con iguales derechos e
iguales deberes en el partido comunista y en las organizaciones de
lucha de clase econ贸mica del proletariado; su colaboraci贸n equiparada en
todos los 贸rganos e instancias del partido, de los sindicatos y de las
asociaciones.
2. Educaci贸n de las grandes masas femeninas del proletariado y de los
campesinos pobres en el comunismo, a fin de que conozcan la naturaleza,
objetivos, m茅todos e instrumentos de las acciones y luchas
revolucionarias del proletariado. Participaci贸n de las grandes masas
femeninas en todas estas luchas y acciones, como ense帽anza concreta y
pr谩ctica de m谩xima eficacia; adopci贸n de todos los instrumentos, medidas
y disposiciones aptos para reforzar y clarificar la consciencia de
clase de las proletarias e incrementar su energ铆a y voluntad
revolucionarias.
3. Plena igualdad de derechos de los dos sexos ante la ley y en la praxis, en todos los sectores de la vida p煤blica y privada.
4. Utilizaci贸n revolucionaria y clasista del derecho de voto activo y
pasivo de la mujer en los parlamentos municipales y federales, as铆 como
en todas las corporaciones p煤blicas, poniendo necesariamente un fuerte
acento en el limitado valor del derecho de voto, del parlamentarismo, de
la democracia burguesa en relaci贸n con el proletariado y en la
necesidad hist贸rica de superar el parlamentarismo y la democracia
burguesa mediante el sistema sovi茅tico y la dictadura de clase obrera.
5. Consciente y activa participaci贸n de las obreras, de las
funcionarias, de las empleadas y de todas las trabajadoras de la ciudad y
el campo como electoras para la elecci贸n de los consejos obreros
revolucionarios, econ贸micos y pol铆ticos; la m谩s ferviente participaci贸n
de las obreras, funcionarias y trabajadoras en calidad de elegidas en
estos consejos obreros y en sus 贸rganos; inserci贸n de las amas de casa
pertenecientes al proletariado y a los estratos m谩s pobres de la
poblaci贸n como electoras de los consejos obreros revolucionarios y su
colaboraci贸n, en cuanto elegidas en los mismos consejos; difusi贸n y
actuaci贸n de las concepciones consejistas entre las campesinas pobres y
los estratos de la poblaci贸n agraria de parecidas condiciones sociales.
6. Derecho de la mujer a una formaci贸n profesional paritaria, libre,
gratuita y general y su inserci贸n, en calidad de trabajadora con iguales
derechos e iguales deberes, en el trabajo econ贸mico y social a todos
los niveles; reconocimiento y recualificaci贸n de la funci贸n de madre
como prestaci贸n social.
7. Paridad de salario a paridad de trabajo para hombres y mujeres.
8. Radical y en茅rgica delimitaci贸n del poder de explotaci贸n
capitalista mediante una eficaz protecci贸n legal de las obreras, de las
funcionarias y de las empleadas -el llamado personal de servicio
inclusive- a todos los niveles de la econom铆a y respeto a las
disposiciones oportunas para las adolescentes, las gestantes, las
parturientas y las madres en el per铆odo de amamantamiento.
9. Amplias posibilidades de inspecci贸n del trabajo mediante un cuerpo
suficientemente amplio de funcionarios independientes, compuesto por
m茅dicos, t茅cnicos, obreros con plenos poderes, en el cual las mujeres
deben estar representadas en proporci贸n a la entidad del trabajo
femenino.
10. Medidas y reglamentos sociales que aligeren las tareas de la
mujer trabajadora en sus funciones de ama de casa y madre, medidas que
permitan trasladar los trabajos dom茅sticos tradicionales de la familia a
la econom铆a social, haciendo posible con ello una total educaci贸n de
los hijos mediante la educaci贸n social que les imparta una educaci贸n
basada fundamentalmente en la solidaridad.
11. Creaci贸n de las ordenanzas correspondientes, no s贸lo en las
ciudades y en los centros industriales, sino tambi茅n en las regiones del
campo, en favor de las trabajadoras de la tierra, de las campesinas,
etc.
12. Explicaci贸n a las mujeres del car谩cter atrasado de la antigua
econom铆a familiar y del desperdicio de tiempo, energ铆a y medios que
implica; explicaci贸n del uso que el capitalismo hac铆a de la econom铆a
dom茅stica como instrumento para mantener bajos los salarios del hombre,
aduciendo como motivo que el trabajo del ama de casa no se paga; y
adem谩s instrumento para mantener a la mujer en una situaci贸n de retraso
cultural y pol铆tico, cerr谩ndole el acceso a la vida social.
13. Reforma radical del sistema de alojamientos, que no tenga en
cuenta el derecho de propiedad burguesa a residencias superfluas y de
lujo, y en cuya realizaci贸n debe hacerse participar a las mujeres.
14. Amplia y org谩nica regulaci贸n de la sanidad p煤blica que comprenda,
entre otras cosas, la creaci贸n en las ciudades y en el campo de centros
m茅dicos que cuenten tambi茅n con el auxilio de doctoras, y tengan a su
disposici贸n enfermeras y nodrizas.
15. Adopci贸n de las disposiciones econ贸micas y sociales adecuadas
para combatir la prostituci贸n; medidas higi茅nicas contra la difusi贸n de
las enfermedades ven茅reas; eliminaci贸n del prejuicio social en relaci贸n a
las prostitutas; superaci贸n de la doble moral sexual, distinta para los
dos sexos.
16. Colaboraci贸n de las mujeres en la elecci贸n de las disposiciones y
ordenanzas que afectan de modo decisivo el derecho de la mujer a la
instrucci贸n, a la actividad profesional, a la protecci贸n contra la
explotaci贸n capitalista, etc.
C. En los pa铆ses caracterizados por un desarrollo precapitalista:
1. Superaci贸n de los prejuicios, h谩bitos y costumbres, de los
preceptos religiosos y jur铆dicos que degradan a la mujer como esclava de
su casa, del trabajo y del placer del hombre, superaci贸n que presupone
una toma de consciencia no s贸lo de las mujeres, sino tambi茅n de los
hombres.
2. Plena igualdad jur铆dica de la mujer con respecto al hombre en la educaci贸n, la vida privada y la vida p煤blica.
3. Asistencia radical a las mujeres pobres y explotadas contra la
opresi贸n y la explotaci贸n por parte de las clases poseedoras dominantes,
como sucede especialmente en la industria a domicilio, y cuyos estragos
m谩s evidentes pueden ser atenuados con la creaci贸n de cooperativas.
4. Medidas y reglamentaciones que permitan el paso de las formas
precapitalistas de la econom铆a y de la vida social al comunismo,
especialmente con ejemplos de realizaciones nacidas de una instrucci贸n
concreta y basada en los hechos, los cuales demuestran a las mujeres que
la econom铆a dom茅stica individual las hace esclavas, mientras que el
trabajo social las hace libres.
En el trabajo de movilizaci贸n y organizaci贸n de las mujeres de los
pa铆ses con desarrollo precapitalista, debe hacerse valer de modo
especial las experiencias acumuladas por las camaradas y los camaradas
rusos en el curso de su actividad entre las mujeres de los pueblos
orientales.
IX
Con el fin de que los partidos afiliados a la Internacional comunista
puedan seguir con el m谩ximo 茅xito estas directrices, el II Congreso de
la Internacional comunista ha decidido adoptar las siguientes medidas
organizativas:
A. Organizaciones nacionales:
1. Las mujeres miembros del partido comunista de un determinado pa铆s
no deben reunirse en asociaciones particulares, sino que deben estar
inscritas como miembros con igualdad de derechos y deberes en las
organizaciones locales del partido, y deben ser llamadas a la
colaboraci贸n en todos los 贸rganos y en todas las instancias del partido.
El partido comunista, sin embargo, adopta regulaciones particulares y
crea 贸rganos especiales que se encarguen de la agitaci贸n, organizaci贸n y
educaci贸n de las mujeres.
Todo ello considerando la especificidad cultural y moral de la mujer,
su retraso hist贸rico y la particular posici贸n que a menudo asume debido
a su actividad dom茅stica.
2. En todas las organizaciones regionales del partido existe un
comit茅 de agitaci贸n femenina, al cual pueden pertenecer tambi茅n los
camaradas. Su tarea es:
a) La agitaci贸n programada y constante entre las mujeres, todav铆a
alejadas del partido, mediante asambleas p煤blicas, debates y asambleas
de f谩brica, asambleas de amas de casa, conferencias de delegadas sin
partido y apol铆ticas, agitaciones en las casas, prensa y difusi贸n de
octavillas adecuadas, peri贸dicos, op煤sculos y publicaciones de todo
tipo.
b) Hacer inscribir a las mujeres encargadas de la agitaci贸n, como
miembros, en el partido, sindicatos, asociaciones y dem谩s organizaciones
de lucha del proletariado.
c) Conseguir que tambi茅n los miembros femeninos del partido, de los
sindicatos, de las asociaciones (cooperativas), de los consejos obreros y
de todos los 贸rganos de lucha del proletariado revolucionario no asuman
una simple funci贸n de lastre, sino que, animadas por los ideales
comunistas, participen en茅rgica y conscientemente en la vida y
actividades de las organizaciones y de los mismos 贸rganos.
d) Actuar de modo que los miembros femeninos del partido reciban la
instrucci贸n te贸rica y pr谩ctica necesaria, sea mediante las instituciones
formativas del partido en general, sea mediante sesiones especiales de
lectura y de discusi贸n para mujeres, etc.
e) Procurar el modo de que a las mujeres particularmente dotadas
desde un punto de vista organizativo y agitativo se les brinde la
oportunidad de una formaci贸n m谩s a fondo, y las m谩s amplias
posibilidades de acci贸n.
f) Destinar una redactora a una p谩gina dedicada a la mujer que deber谩
incluirse en todos los folios del partido, y escoger a las
colaboradoras de entre las filas de proletarias.
El comit茅 de agitaci贸n femenina est谩 formado por cinco a siete
miembros, propuestos por las camaradas organizadoras y confederadas de
la direcci贸n regional del partido. Este comit茅 trabaja en estrecha
relaci贸n con la direcci贸n del partido y necesita su aprobaci贸n para las
orientaciones y resoluciones adoptadas. Dicho comit茅 tiene una
representante estable en la direcci贸n del partido, la cual participa en
todas las sesiones y en los trabajos, con voto consultivo sobre todas
las cuestiones generales del partido, y con voto deliberativo en todas
las cuestiones del movimiento femenino.
3. En todas las direcciones de distrito del partido existe un comit茅
de agitaci贸n femenina de distrito, que tiene la tarea de promover y
ayudar a los comit茅s de agitaci贸n femeninos regionales de todo el
distrito en la asunci贸n de su tareas.
Para este fin debe:
a) Mantenerse en contacto estable y regular con todos los comit茅s
femeninos regionales del distrito, as铆 como con el comit茅 de agitaci贸n
femenino nacional, y respectivamente con el secretario femenino
nacional.
b) Reunir todo el material importante acumulado por los miembros de
los comit茅s de agitaci贸n femeninos regionales y ponerlo a disposici贸n de
los miembros de los comit茅s que los soliciten.
c) Obtener el material publicado para la agitaci贸n y la formaci贸n pol铆tica de todo el distrito.
d) Promover manifestaciones de todo tipo para todo el distrito,
cuidar de su preparaci贸n y desarrollo, y poner a su disposici贸n las
fuerzas necesarias para la agitaci贸n y organizaci贸n.
e) Adoptar y poner en pr谩ctica todas las resoluciones aptas para
movilizar a las mujeres trabajadoras del distrito en importantes
trabajos y acciones del partido, y convertirlas de espectadoras pasivas
en colaboradoras activas.
f) Organizar conferencias femeninas de distrito en las que deben
participar una o dos representantes de los comit茅s de agitaci贸n
femeninos regionales y las delegadas elegidas entre los miembros
femeninos del partido de cada localidad, en la proporci贸n de una
delegada por cada 50 miembros femeninos. Las conferencias femeninas de
distrito deben ser convocadas por el comit茅 por lo menos cada seis
meses.
El comit茅 femenino del distrito debe adem谩s convocar y dirigir una conferencia de delegadas apartidistas en el distrito.
El comit茅 femenino del distrito est谩 compuesto por cinco a siete
miembros propuestos por las camaradas organizadas del distrito en su
conferencia y aceptados por la direcci贸n del distrito del partido. Dicho
comit茅 trabaja en estrecha relaci贸n con la direcci贸n del distrito y
est谩 vinculado a la aprobaci贸n de 茅sta para todas las resoluciones y
orientaciones que pretenda adoptar. Estar谩 representado en la direcci贸n
por una o m谩s camaradas. Su representaci贸n participa en todas las
sesiones de la direcci贸n del partido con voto consultivo cuando se trate
de cuestiones generales del partido, y con voto deliberativo cuando se
trate de cuestiones del movimiento femenino.
4. En la direcci贸n nacional de partido est谩n presentes un comit茅 de
agitaci贸n femenina nacional y respectivamente un secretario femenino
nacional. Sus tareas son:
a) El mantenimiento de relaciones regulares y continuas con el comit茅
de agitaci贸n femenina de distrito y con los comit茅s regionales, as铆
como la estrecha vinculaci贸n de estos 煤ltimos con la direcci贸n nacional
del partido.
b) Reunir el material procedente de las actividades de los distintos
comit茅s femeninos de distrito, y el rec铆proco intercambio de
experiencias y consejos.
c) Procurar el material de prensa para la agitaci贸n y la formaci贸n
pol铆tica de los comit茅s femeninos de distrito de todo el pa铆s.
d) El desarrollo del trabajo industrial, formaci贸n, situaci贸n
jur铆dica de las mujeres, de las normas de protecci贸n para las
trabajadoras, acontecimientos y controversias que afectan a los
intereses econ贸micos, pol铆ticos y sociales de las mujeres y que merezcan
una atenci贸n particular; promover las discusiones sobre las cuestiones
que se est谩n discutiendo en los comit茅s de distrito y regionales de
agitaci贸n.
e) La publicaci贸n de un peri贸dico que sirva a la formaci贸n te贸rica de
las camaradas, las eduque para una mejor comprensi贸n del comunismo y
del partido y de sus tareas revolucionarias. El comit茅 nacional femenino
nombra a la redactora de este peri贸dico y se encarga de procurarle las
contribuciones y colaboraciones de las filas de las obreras.
f) La organizaci贸n de manifestaciones de todo tipo por todo el pa铆s y
la preparaci贸n de las fuerzas organizativas necesarias para tal fin.
g) La adopci贸n de todas las medidas necesarias para la movilizaci贸n
de las masas de trabajadoras de todo el pa铆s para su participaci贸n en
las grandes tareas y en las grandes luchas del partido.
h) La convocatoria de conferencias femeninas nacionales.
B. Organizaci贸n internacional
En el ejecutivo de la Internacional se crea un secretariado femenino
internacional, compuesto de tres a cinco camaradas propuestas por la
Conferencia internacional de las comunistas y confirmadas por el
Congreso de la Internacional comunista o, en su representaci贸n, por el
ejecutivo. El secretariado femenino trabaja de com煤n acuerdo con el
ejecutivo de la Internacional, al cual est谩 vinculado para la aprobaci贸n
de las resoluciones y de las disposiciones que adopta. Una
representante del secretariado participa en todas las sesiones y en los
trabajos del ejecutivo, con voto consultivo sobre cuestiones generales, y
con voto deliberativo sobre las cuestiones concretas del movimiento
femenino.
Sus tareas son:
a) Vinculaci贸n activa con los comit茅s femeninos nacionales de los
distintos partidos comunistas y mantenimiento de relaciones entre los
distintos comit茅s.
b) Recogida del material de agitaci贸n y documentaci贸n relativo a la
actividad de los distintos comit茅s nacionales para eventuales consultas.