MÉXICO, LA MILITARIZACIÓN DEL ESTADO BURGUÉS



En días pasados Salvador Cienfuegos, Secretario de la Defensa Nacional del corrupto y decadente Estado Burgués Mexicano, pidió a los legisladores federales normar un marco jurídico para las fuerzas armadas en su participación para las tareas de seguridad interna del país (lo cual es ya anticonstitucional), argumentando que ellos (los militares) no están capacitados para “enfrentar delincuentes” en apego al respeto de los Derechos Humanos que deben guardar las autoridades.  

¡Por supuesto que estas declaraciones no son el reclamo de alguien que pide ser “capacitado y orientado en las tareas que le dicta su patrón”!

En el mismo tono se acompaña la iniciativa de Ley Reglamentaria del Artículo 29 Constitucional, presentada por el Diputado Federal PRIísta César Camacho, con el respaldo y agregados de las bancadas del PRI, PAN, PRD y demás partidos representantes de los intereses de la burguesía burocrática, compradora y latifundista enquistados en el aparato del estado.

¿Qué plantea esta propuesta legislativa?

Dar facultades al ejército, marina y fuerza aérea para “intervenir” en asuntos internos del Estado Mexicano; lo cual representa no solamente “combatir a la delincuencia organizada” (para la cual trabajan desde siempre las fuerzas castrenses nacionales), sino fundamentalmente “atender” (léase reprimir) las manifestaciones de rechazo y protesta social contra las políticas antipopulares del régimen.

En ese sentido, “perpetuar” la presencia de las fuerzas castrenses en las calles y plazas de nuestro país, significa asegurar la presencia y control del Estado en todos los ámbitos de la vida social, direccionando esa presencia precisamente contra la oposición política al régimen con el mensaje: “aquí estamos, te observamos, te seguimos, podemos hacer contigo lo que queramos”.

Así mismo, con la facultad “imperial” que pretenden otorgarle al presidente en turno (en este caso el fascista Enrique Peña Nieto) con dicha iniciativa de Ley Reglamentaria, se puede imponer el “estado de excepción” y cancelar de facto, en lo inmediato y sin necesidad de la aprobación o justificación de los llamados “poderes de la unión”, las garantías constitucionales y derechos políticos de la población, particularmente los derechos humanos (Artículo 1° Constitucional), la libertad de manifestación (Artículo 6°), la libertad de expresión (Artículo 7°), la libertad de petición (Artículo 8°) la  libertad de asociación y reunión (Artículo 9°), los derechos laborales, agrarios y de los pueblos y naciones originarias consagrados en los Artículos 123, 27 y 2° Constitucionales respectivamente, entre otros.

Crear un estado militarizado con los cuerpos castrenses cumpliendo funciones de orden y seguridad interna, implicaría también la intervención fáctica, desmedida e ilegitima (en caso de ser declarada legal) del derecho a inviolabilidad del domicilio, datos personales, medios de comunicación personal, registro de actividades, etc.

Se justificaría la persecución, hostigamiento, aprehensiones, desapariciones, asesinatos y demás crímenes de lesa humanidad contra opositores políticos en medio de un estado de guerra franca contra el pueblo trabajador y contra todo aquel que ose cuestionar la sacrosanta propiedad privada de los medios de producción y sus instituciones burguesas.

Es decir: se viviría un estado carcelario, policiaco-militar a la medida de todo un fenómeno de fondo que la burguesía se niega a reconocer como cierto, a saber: LA MILITARIZACIÓN DE LA ECONOMÍA NACIONAL como parte de los dictámenes del imperialismo en su nuevo reparto del mundo.

¿Qué significa esta militarización del estado?

En primer lugar la necesidad vital que tiene la burguesía criolla, burocrática, compradora y latifundista por seguir uncida al carruaje del Imperialismo y tratar de salvar su pellejo ante la agudización de la crisis que les es inherente.

Esto quiere decir que en la redistribución estatal de la renta nacional (entiéndase el reparto de ganancias), la burguesía criolla que ya ha cedido casi en su totalidad la tutela de la industria y el patrimonio nacional en manos de sus amos imperialistas, buscará ahora asegurar su inclusión en los negocios de despojo, saqueo, explotación y expoliación de la clase trabajadora y los pueblos de México con los megaproyectos de inversión (Ley de Zonas Económicas Especiales, Reformas Laboral, Reforma Educativa, Reforma Universal de Salud, etc.) y todo aquello que genere nuevas oportunidades de opresión contra las masas populares.

Es un tema a todas luces relacionado con la economía y por lo tanto se torna evidentemente político; por ello la propuesta de Ley Reglamentaria del Artículo 29 Constitucional, es acompañada del incremento en el gasto bélico (adquisición de material de guerra como armas, uniformes, tecnología, pertrechos, vehículos blindados de tierra, aire y agua, sistemas de inteligencia y estudios de criminología y criminalística cada vez más sofisticados, construcción y equipamiento de campos de concentración de mediana y máxima seguridad-también llamados CEFERESOS, etc.) así como en la especialización de tareas entre las fuerzas operativas de seguridad del Estado como lo es la Policía Federal y sus distintas divisiones, así como la SEDENA y SEMAR que ahora ya tendrán manga ancha en el juego de la represión y la impunidad.

Es importante destacar que si bien en México no existe una industria bélica a gran escala como tal, eso no significa que no exista ya en marcha una economía bélica, o de guerra; es decir: el Estado Mexicano se preparara para la guerra y los resultados de los últimos 10 años de “combate al crimen organizado”, nos confirma que esta guerra no está declarada contra los carteles de la droga ni los grupos delincuenciales; sino más bien en una simbiosis mórbida de estos contra el pueblo trabajador, como lo demuestran concretamente los casos de Tlatlaya, Ayotzinapa, Apatzingan.

¿Quiénes salen beneficiados con ello?

No solamente los miembros del gabinete y el crimen organizado como usualmente se puede pensar. Es claro que detrás de la compra de cada equipo bélico, de cada armamento, de cada uniforme, de cada tecnología, de cada transporte, de cada software, etc. y en medio de los tratados económicos internacionales suscritos por la burguesía criolla con el imperialismo, hay varios monopolios que en lo específico se regocijan de esta guerra que se prepara con enormes dividendos, ya que por un lado las leyes arancelarias y aduanales nacionales son enteramente complacientes con estos monopolios, además de que los costos de venta son totalmente ventajosos para ellos en detrimento del gasto público (entiéndase de los impuestos que paga el pueblo), aunado al hecho de que todo este enorme equipamiento belicista redituará finalmente en contener y disuadir los ánimos de protesta social de los trabajadores, al menos en el cálculo inexacto de los grandes monopolios.

Por su parte los altos representantes de la burguesía criolla, es decir: las apenas treinta familias que detentan el poder y el control del Estado en contubernio con el imperialismo, refuerzan el carácter semicolonial y semifeudal que de manera lacerante se extiende por toda la geografía nacional, acentuándose de forma desigual y asimétrica según la zona geográfica y política en cuestión. Esto último hace que la burguesía también defina donde concentrar que cantidad y que clase de equipo de guerra en que zona del país va a mandar. Lo que nos llama a interpretar correctamente la presencia de miles de elementos de la policía federal, la gendarmería, el ejército y la marina, así como los rinocerontes, tanquetas antimotines, tanquetas de guerra, vehículos blindados, helicópteros tipo hércules, drones y otros tipos de transportes bélicos y armamento disuasivo y de fuego en la historia reciente de Oaxaca del 2015 al 2016 para enfrentar al magisterio y las organizaciones sociales en lucha que tuvieron que pagar con cárcel y muerte la osadía de luchar consecuentemente contra el régimen.

A la parte más alta de la pirámide de la burguesía criolla le ha ido bien; puesto que el imperialismo le permite también (a cambio de la entrega de la soberanía nacional mexicana) exportar sus capitales hacia otros países (TELECEL, TELEVISA, GRUPO AZTECA, GRUPO MÉXICO, BIMBO, CEMEX, etc.) y ser parte de este nuevo reparto del mundo bajo la égida yanqui, principalmente.

¿Hacia dónde va todo esto?

El imperialismo, trátese de los propios países imperialistas como sus colonias, semicolonias y países dependientes, no tiene otra razón de ser y otro esquema como rasgos característicos que: 1) la concentración de la producción y del capital llegada hasta un grado tan elevado de desarrollo que ha creado los monopolios, que desempeñan un papel decisivo en la vida económica; 2) la fusión del capital bancario con el industrial y la creación, sobre la base de este capital financiero, de la oligarquía financiera; 3) la exportación de capital, a diferencia de la exportación de mercancías, adquiere una importancia particular; 4) la formación de asociaciones internacionales monopolistas de capitalistas, las cuales se reparten el mundo, y 5) la terminación del reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas más importantes.

Cómo este reparto no puede ser pacífico ni armónico y se da en medio de grandes confrontaciones y disputas bélicas (ósea guerras) entre los países y los bloques imperialistas, cada bloque alista sus líneas interiores y exteriores para tratar de estructurar su control de daños.

Es claro que México no está en guerra con otro país, también es cierto que la supuesta “guerra” contra el narco ha sido más bien un negocio jugoso y redondo para los contendientes; pero el imperialismo y la burguesía criolla se preparan para evitar el surgimiento de una situación pre-revolucionaria, donde la guerra civil o la guerra popular sean un hecho inminente ante la falta de alternativas políticas, económicas y sociales para la población trabajadora.

Así, mientras el bloque imperialista yanqui al que pertenece el Estado Burgués Mexicano se alista para una nueva guerra en oriente medio y Asia, a México le confieren la tarea de “mantener tranquila la casa y evitarse sorpresas” como las ocurridas en la Revolución de Octubre en Rusia en 1917, la Revolución de Octubre en China en 1949, o las Revoluciones de Democracia Popular en Europa del Este, desarrolladas todas en el marco de las conflagraciones interburguesas por medio de vigorosos movimiento revolucionarios del proletariado y los pueblos.

¿Qué debe hacer la clase trabajadora?

La burguesía sabe que el movimiento popular avanza, con todo y sus vicisitudes, en torno al llamado a la unidad en la acción por objetivos cada vez más claros en el terreno de la táctica, como bien lo es la lucha por la abrogación de las reformas estructurales.

Esto significa que el Estado Burgués Mexicano tiene miedo a que la clase obrera y los pueblos de México, agobiados por el peso de la crisis económica y social, se organicen en Frente Único en una primer instancia, para elevarse también hacia la construcción del instrumento político y de vanguardia del proletariado que habrá de surgir de entre la parte más activa y consecuente del movimiento revolucionario, erigiéndose como Estado Mayor y Fortaleza Ideológica de los explotados en contra de los explotadores.

El Estado Burgués Mexicano y el imperialismo saben que la clase trabajadora mexicana posee una copiosa experiencia de lucha, organización y combate clasista y que la formación de estos referentes de organización de masas y de cuadros, respectivamente, devendrá necesariamente en la formación, así mismo, del instrumento de combate franco y abierto contra el régimen, pertrechando y equipando al pueblo trabajador para la lucha revolucionaria en la perspectiva del poder.

La tarea de los progresistas, de los revolucionarios, de los demócratas y los comunistas es luchar contra la militarización del Estado, denunciar y rechazar la militarización de la economía nacional y su supeditación a los intereses del imperialismo, luchar por la defensa de los derechos civiles y políticos de la población, por sus derechos humanos y de los pueblos originarios, pero también llamar a construir los gérmenes del Nuevo Poder y la Nueva Democracia, para la autodefensa y la insurrección llegado el momento indicado.

Obviar esta situación o no prestarle la atención necesaria, equivale a consolidar el triunfo de la reacción y el imperialismo.

¡No hay más ruta que la nuestra!
¡Donde hay opresión, hay resistencia!