BRASIL: FIN DE UN SISTEMA POLÍTICO Y LA FALSA VICTORIA DE UN FASCISTA


El fin de un sistema político podrido y la victoria pírrica (1) de un fascista.

Por Fausto Arruda, publicado en el periódico brasileño A Nova Democracia.

Nota nuestra*: Publicamos la traducción de este nítido y esclarecedor artículo respecto a los resultados de la farsa electoral en Brasil, donde resultó falsamente triunfante el fascista Bolsonaro. Aquí se expone que esto es la profunda expresión de los días contados que tiene el sistema político semicolonial y semifeudal del gigante sudamericano, cuya única y verdadera oposición es una revolución que conquiste la verdadera independencia política y económica expulsando al imperialismo.

Nunca, en toda la historia del Brasil contemporáneo, quedó tan abierta la naturaleza farsante de las elecciones. Tal es el avanzado estadio de putrefacción de todo el sistema político de gobierno del viejo Estado, de grandes burgueses y latifundistas, sirvientes del imperialismo, principalmente yanqui, en acelerada descomposición. Lo demostraba la propia situación de que la disputa por las elecciones presidenciales quedara entre dos figuras con tal rechazo y luego los resultados con el boicot por más de 42 millones. Además, la mayoría de los que votaron en uno de los dos contendientes votaron en uno porque era contra el otro y no principalmente a favor del escogido o de lo que él decía defender. Se sumó la bajeza a la que se redujo la campaña, conjuntamente al circo de horrores, corrupción, cinismo, cretinismo, mentira, engaño y todo tipo de vileza que siempre caracterizó a la farsa electoral.

Ocurrida en un ambiente de prolongada crisis política, las elecciones no eran vistas, por nadie en sano juicio, como solución de esta crisis. Menos aún, como ahora el presidente electo, sus partidarios y todo el monopolio de prensa alardean: “ahora es hora de unión, paz y tranquilidad para el país”. La gravedad de la crisis política expresada en la reñida disputa de fuerzas políticas no puede ser explicada por las pasiones ideológicas de éstas, por sí mismas. Es una disputa, cada vez más violenta, entre los grupos de poder representantes de las fracciones de las clases dominantes locales, por el control y hegemonía en el dominio de la máquina del viejo Estado, por decidir cuál perderá menos con la grave crisis económica y de cómo reestructurar el viejo Estado para conjurar tal crisis e impulsar ese capitalismo burocrático caduco, amenazado de colapso.

Esta disputa antes entre el PT (Partido de los Trabajadores) y PSDB (Partido de la Social Democracia Brasileña), y en estas elecciones entre PT y Bolsonaro, se ha revestido de una artificial polarización, falsamente caracterizada entre izquierda y derecha, y entre izquierda y extrema derecha, respectivamente. Todas estas siglas partidistas y sus candidatos se extienden en acusaciones mutuas y, de hecho, sólo se contraponen en cuestiones de comportamiento de la sociedad, porque todos, sin excepción alguna, han defendido y practicado, en el ejecutivo y legislativo, sólo con diferentes matices de forma, la misma política económica dictada e impuesta por el recetario imperialista yanqui, así como la defensa del mantenimiento de este sistema de explotación y opresión del pueblo y de subyugación de la Nación.

Por ejemplo, en estas elecciones, Bolsonaro hizo su campaña acusando al PT de vivir de mentiras, mintiendo estúpidamente al tacharlo de izquierda y delirando al insultarlo con el epíteto de comunista. El PT nada de izquierda tiene, qué decir de comunista. Tampoco lo tienen los revisionistas callosos del PCdoB (Partido “Comunista” de Brasil) que lo secunda. Como falsa izquierda gobernó durante 14 años aplicando la misma política económica que esencialmente aplicó al PSDB y que él, Bolsonaro, aplicará más radicalmente. El PT gobernó cooptando los movimientos populares para domesticarlos y someterlos al pacto de clases y amortiguar la lucha de clases. Para lo que hizo uso del asistencialismo, engaños y represión brutal contra las organizaciones clasistas combativas. Fue sólo engaño e ilusión, que de repente la crisis del capitalismo burocrático lanzó todo por tierra. Las clases dominantes locales lo utilizaron para frenar la lucha de clases y lo escupieron fuera. Sólo fue un gran fraude: engaño e ilusión al pueblo de un camino fácil de mejorar la vida sin siquiera rasgar los mínimos intereses de la canallada que paraliza al pueblo y la Nación; Fraude, al hacerse pasar por “izquierda”, cuento del vicario fomentado por los monopolios de prensa y la reacción fanática anticomunista.

El fracaso del PT y de sus gobiernos ocurrieron, al fin y al cabo, como también ocurrieron con los del PSDB y de FHC (Fernando Henríquez Cardoso, ex presidente de Brasil), sólo que más grave por venir posteriormente, y sería lo mismo con cualquiera de estos partidos. El fracaso y la crisis serán aún más abrumadores en los próximos gobiernos de turno que se sucederán. No fue difícil a la reacción, -con la red Globo a la cabeza, con el furioso descontento y protestas populares, pero principalmente sirviéndose del celo ciego de las llamadas clases medias y sus manifestaciones cívicas contra la corrupción-, responsabilizar al PT por todo lo ruin y malo acumulados por siglos. Así se pudo arrastrar gran parte de su base de “gobernabilidad” ya acuñada por la “Operación Autolavado” y con el propósito de sofocarla, para cerrar fila por el impeachment de Dilma. Así se fabricó el caldo de cultivo para la onda reaccionaria, posteriormente transformada en la bolsonarada manipulada ideológicamente como fracaso de la izquierda, la cual desembocó en la farsa electoral, dando curso legal y sufragio popular al golpe militar contrarrevolucionario, como nuevo engaño del pueblo.

Tal como los fracasos de los gobiernos anteriores, inevitablemente pasará con el de Bolsonaro y con lo que derivará de él. La elección del capitán reformado hace 28 años y marajá (rey local) es una Victoria de Pirro ganada en el grito en una Batalla de Itararé (2), ya que el mismo ni siquiera se presentó en el teatro de guerra. Su elección fue un proceso en que la intervención militar lo engendró para ostentar legitimidad frente a la Nación. Sin embargo, la base de toda la crisis actual es la crisis general de descomposición de ese capitalismo burocrático atrapado y de base podrida, dentro de la crisis general del imperialismo. Más grave aún, porque su centro está en la crisis de descomposición del imperialismo yanqui, cuyos temblores sísmicos de la Bolsa de Nueva York ya rondan las bolsas de todo el mundo, previendo nuevos y mayores colapsos. De enfrentamientos y creciente pugnas en el seno del imperialismo, principalmente de la superpotencia hegemónica única yanqui y aliados, contra la superpotencia atómica rusa y aliados, el enfrentamiento de su crisis general apunta a una mayor explotación de los trabajadores y mayor presa y saqueo de los países oprimidos. Para hacer frente a la grave crisis general de nuestro país los imperialistas yanquis ajustaron con la reacción interna establecer el régimen de fuerza (militar) –lo más disfrazado posible de democracia- necesario para imponer tal solución al pueblo y a la nación. Para mayor explotación del pueblo con el despojo de sus restantes derechos y el saqueo más desenfrenado aún de nuestras riquezas naturales. En esta condición, a diferencia de 1964, los yanquis no podrán aportar ningún dólar para sacar al país de tanta crisis económica, pues sólo aportar militarmente a la contrarrevolución como ya iniciaron, enviando al ejército reaccionario cientos de blindados fuera de uso de sus hordas. La inevitable revuelta de las masas ya iniciada hará inevitable que ésta se vuelva contra todo el sistema de ese viejo orden de explotación y opresión.

Revuelta popular y golpe militar contrarrevolucionario preventivo

El curso de la historia reciente del país, de crisis económica-social-política y moral de un sistema caduco, está conformado por crecientes revueltas populares contra la explotación y violencia del viejo Estado latifundista-burocrático. Aunque dispersas, pero tendentes a unificarse, tales como las revueltas de 2013/2014, las luchas de los campesinos por la tierra, huelgas de los trabajadores y servidores, como la de los camioneros, ya encendió la luz roja de alarma de los guardianes del sistema , las Fuerzas Armadas reaccionarias. A través de su Alto Mando pusieron en marcha el plan de golpe militar contrarrevolucionario preventivo al levantamiento general de las masas. Entre colusiones y pugnas internas -divergencias y luchas de la extrema derecha con la derecha- para definir cómo operar, terminaron por unirse temporalmente para viabilizarlo por la vía de la farsa electoral, poniendo al general Mourão de Vice. Por la historia y naturaleza de este sector no es ningún disparate entender el atentado a Bolsónaro como maquinación para generar conmoción y justificar la suspensión de las elecciones e imposición de una intervención militar. Lo que podemos ver es que, por el resultado, la rectificación salió mejor que el soneto, ya que la falla del atentado hizo a Bolsonaro de víctima y catapultó su candidatura.

Por lo tanto, la crisis no sólo continuará, sino que se agravará explosivamente. Ningún gobierno salido de la fallida farsa electoral puede detener la crisis, pues no puede sacar al país del agujero de inmediato ni a mediano plazo. La crisis, al desembocarse en la formación de un régimen militar reaccionario sufragado en las urnas y disfrazado de civil, selló la quiebra completa del corrupto sistema político de gobierno, pero no puede suprimir la corrupción endémica del viejo Estado e inherente a este viejo orden semicolonial / semifeudal como promete y jura a Bolsonaro. Tal salida, como movimiento contrarrevolucionario preventivo, colocará a las Fuerzas Armadas en el centro y, así, la crisis irá hacia su seno, engendrando la situación que podrá transformarse en mayor crisis militar, mayor represión, genocidio y consecuente oposición a la violencia reaccionaria por mayor violencia revolucionaria, la guerra civil revolucionaria.

Elevar la resistencia popular a un nuevo nivel

Frente a la situación de gran peligro de una violenta revuelta popular, el plan imperialista yanqui de mayor militarización del continente, además de las bases militares en Perú y Colombia – como ya vemos en nuestro propio país las actividades de altos funcionarios yanquis, en torno al problema migratorio venezolano y en el objetivo militar, encubierto por “cooperación científica” en cuanto a la Base de Alcántara – se compagina con el golpe militar en curso. Como estrategia de largo recorrido, el plan es el de atizar y provocar conflictos fronterizos (el caso de Venezuela ya creado y en el futuro con Bolivia), para evolucionarlos en conflictos militares y futuras guerras reaccionarias, como formas de intervención militar indirecta, a través de ” las fuerzas multilaterales de paz “, OEA, Naciones Unidas, etc., generalizando tales conflictos para encubrir la naturaleza de clases de la crisis interna de países como el nuestro, desviando la atención en función de conjurar el peligro de la revolución democrática, pendiente, necesaria e inaplazable. Las llamaradas de las revueltas populares transformadas en un incendio revolucionario pueden extenderse por todo el continente sudamericano.

Los verdaderos revolucionarios y revolucionarias de nuestro país deben elevar rápidamente su nivel de actividad en la movilización, politización y organización, parte por parte, de los más hondo de las masas -los campesinos pobres, las capas más profundas del proletariado, la juventud combatiente y los intelectuales revolucionarios -, y todas y todos los activistas que hasta ahora se han dejado influenciar por el oportunismo electorero, pero están verdaderamente comprometidos con los intereses del pueblo y de la Patria, deben abandonar de una vez las ilusiones reformistas y prepararse seriamente para la lucha revolucionaria dura y prolongada. Combatir a la reacción medida por medida, elevando constantemente los niveles de organización de vanguardia y de masas: he aquí la tarea.

¡Abajo la reacción y el fascismo!
¡Yanquis go home!
¡Viva la revolución de Nueva Democracia!

Notas:

  1. Analogía el acontecimiento histórico en que el ganador pierde tanto cuando el perdedor
  2. La batalla que no existió.
 *La nota inicial es del Periódico El Pueblo, prensa popular y democrática de Chile.

Fuente: https://anovademocracia.com.br/no-217/9831-o-fim-de-um-sistema-politico-podre-e-a-vitoria-de-pirro-de-um-fascista