El más reciente enemigo de
Israel no tiene nombre, afiliación política ni armamento, sino tres rayas de
color negro, blanco y verde, un triángulo rojo y un enorme peso simbólico. La
bandera palestina ya es hoy habitual motivo de represión policial y pronto
podría incluso convertirse en ilegal. Un total de 63 diputados dieron el pasado
1 de junio aprobación preliminar a una ley que busca prohibir las banderas
palestinas en las instituciones financiadas por el Estado.
El pasado 13 de mayo en
Jerusalén la Policía israelí reprimió ferozmente a palestinos que intentaron
ondear su bandera en el funeral de la periodista Shireen Abu Akleh, fallecida
durante una redada israelí en Cisjordania ocupada.
Las imágenes se viralizaron de
manera inmediata, llegó la condena internacional y los mismos policías debieron
observar a las pocas horas cómo los dolientes marchaban por la ciudad con sus
banderas en alto mientras eran reprimidos por soldados israelíes.
A los pocos días, un colono
israelí que conducía por una aldea palestina en Cisjordania observó una
bandera, frenó, se bajó del vehículo, trepó un poste, la quitó y siguió viaje.
Los palestinos no tardaron en colgar otra, que fue retirada al día siguiente
por más colonos, esta vez acompañados por soldados israelíes.
Así comenzó una inexplicable
espiral que se extendió por semanas e incluyó protestas, granadas de
aturdimiento y bloqueos de calles, y que, ante el estoicismo de los residentes
locales, acabó con la aldea inundada de banderas palestinas pese a la presencia
militar israelí.
En paralelo, decenas de miles
de ultranacionalistas israelíes celebraron a fin de mayo el Día de Jerusalén
con su tradicional y polémico desfile de banderas, en el que bailaron envueltos
en telas azules y blancas por distintas partes de la ciudad antes de marchar,
al grito de "muerte a los árabes", por el barrio musulmán de la
Ciudad Vieja, en el Este ocupado de la urbe.
A estos incidentes su sumaron
una serie de manifestaciones en las que estudiantes árabes-israelíes
-descendientes de palestinos que quedaron dentro de las fronteras del Estado de
Israel tras su creación en 1948 y que representan hoy un 20 % de la población-
ondearon banderas en dos de las principales universidades del país en ocasión
del Día de la Nakba (catástrofe en árabe), desatando un escándalo nacional.
La respuesta fue tajante y casi
inmediata, y no se produjo en las calles ni a los golpes sino en la Knéset
(Parlamento israelí). Un total de 63 diputados dieron el pasado 1 de junio
aprobación preliminar a una ley que busca prohibir las banderas palestinas en
las instituciones financiadas por el Estado.
Actualmente ondear la bandera
palestina no es ilegal, pero la Policía suele alegar "disrupción del orden
público y obstrucción de la paz" para confiscarlas e incluso arrestar a
quienes la portan, generalmente durante protestas o eventos de carácter
político y sobre todo en Jerusalén Este, ocupado por Israel desde 1967 y
anexionado en 1980.
¿NACIONALISMO O AMENAZA?
"En el marco de la
creciente tendencia en Israel a hablar sobre nacionalismo y autodeterminación
en términos excluyentes, cualquier expresión de identidad palestina es vista
como una amenaza y un peligro", dijo a Efe Fady Khoury, abogado de la ONG
Adalah, especializado en derechos civiles y políticos de la minoría árabe del
país.
"En el discurso israelí la
bandera palestina es vista como representativa de determinados grupos políticos
cuando en realidad es uno de los símbolos más básicos de la identidad
palestina, incluyendo la de árabes-israelíes", agregó Khoury sobre esa
propuesta de ley que considera "un nuevo intento de censurar la expresión
de una identidad palestina unificada".
"No hay duda de que la
bandera palestina es un símbolo de apoyo al enemigo", replica de lado
israelí Martin Sherman, director del Instituto de Estudios Estratégicos de
Israel y con años de experiencia en el estamento de Defensa y de Inteligencia
del país.
"La bandera no es solo una
muestra inocente del sentimiento patriótico de los palestinos, eso es mentira,
lo único que une a los palestinos es la hostilidad hacia Israel como Estado
judío, no tienen otro elemento unificador", señala.
Según Sherman, los palestinos
son "un enemigo implacable" cuya identidad no se debería poder
expresar en Israel ni su bandera enarbolarse en ningún punto del país.
Esto, cree Khoury, refleja
"una sensación de profunda inseguridad por parte de Israel sobre su propia
identidad, que lo lleva a deslegitimar otras identidades y sus
expresiones". EFE
Fuente: Swissinfo.ch / Edición:
Palestinalibre.org
Tomado de https://palestinalibre.org/