Imagen de la campaña por el 51 aniversario del NPA |
Es bien sabido
que en Filipinas se desarrolla una situación revolucionaria desde hace más de
50 años. Siendo este un país semicolonial y semifeudal, las condiciones de vida
y trabajo de las masas populares se encuentran en la pauperización absoluta.
La historia de
este país ha estado marcada por el colonialismo, primero español, luego
estadounidense y por último japonés; las luchas de liberación nacional e
independentistas han marcado la larga tradición democrática del pueblo filipino
que sin embargo aún no logra romper con las cadenas de la opresión nacional por
parte del imperialismo, principalmente yanqui.
El régimen instaurado
tras la “formal independencia” de Filipinas, ha sido el de un estado servil,
lacayuno ante las potencias imperialistas y la súper potencia hegemónica
mundial de los Estados Unidos. Los diversos presidentes de la república no han
sido más que gerentes en turno de ese modelo viejo, caduco y pestilente que
descansa sobre la vida, el trabajo y la sangre de los trabajadores de la ciudad
y el campo. Un gobierno de grandes burgueses, terratenientes y mercenarios, que
han hecho de la represión y la guerra contra el pueblo un negocio que les
permite sostenerse en el poder de su viejo y podrido estado reaccionario.
Desde ese
contexto, el 26 de diciembre de 1968 (justamente en el marco del natalicio del
Presidente Mao Tse Tung) surge en la clandestinidad el Partido Comunista de
Filipinas, y un año más tarde, el 26 de marzo de 1969 el Nuevo Ejército del
Pueblo (NPA por sus siglas en inglés), posteriormente el 24 de abril de 1973 nace
el Frente Democrático Nacional de Filipinas como organización democrática que
aglutina a diversas expresiones revolucionarias de lucha de masas en el país.
Estos tres
instrumentos: Partido Comunista, Ejército
del Pueblo y Frente del Pueblo vienen empujando con firmeza el Programa de
la Revolución de Nueva Democracia,
que en los hechos representa, por un lado, el desarrollo de la revolución
agraria contra el latifundio y el régimen de servidumbre, entregando tierra a
los campesinos pobres y creando nuevas unidades de producción agrícola de
carácter colectivista, y por otra parte el desarrollo de la revolución antiimperialista, expropiando
la gran propiedad transnacional en territorios liberados y llamando a las masas
populares a luchar en contra de la semicolonialidad, en defensa de la soberanía
nacional y por la autodeterminación del pueblo filipino.
No obstante,
pese a los ingentes avances alcanzados en medio de la guerra popular liderada
por el Partido Comunista de Filipinas, desarrollada por el Nuevo Ejército del
Pueblo y la lucha de masas sostenida por el Frente Democrático Nacional de
Filipinas, los gobiernos reaccionarios en turno han tratado de desviar las municiones
de la revolución con la treta desmovilizadora, reaccionaria y canallesca de los
“acuerdos de paz”; justo como ha
ocurrido en Colombia, donde el revisionismo armado de las FARC aceptó su firma
a cambio de la cálida promesa de algunos curules, costando la vida de miles de
excombatientes y dirigentes populares que día con día caen asesinados con las
mismas balas reaccionarias de la democracia burguesa que les ofertó la paz.
En Filipinas,
desde la puesta en libertad de José María Sison en 1986, pasando por la masacre
de Mendiola, el viejo régimen apuesta a que el PCF firme estos “acuerdos”, mientras que bajo la mesa
mantiene su política guerrerista de cerco y exterminio contra las bases de
apoyo y el Nuevo Poder que despunta en las zonas militares y territorios
liberados bajo control del pueblo en armas.
Este Nuevo Poder
se basa principalmente en tres grandes tareas: 1.- dirigir y desarrollar la
Guerra Popular Prolongada, 2.- movilizar y defender a las masas populares y 3.- promover
la revolución nacional de carácter democrático y popular.
Actualmente el
Nuevo Ejército del Pueblo está por cumplir 51 años de vida, en medio de dura
brega revolucionaria; sus fuerzas se cuentan por miles y las zonas liberadas en
decenas dentro de diversas provincias del país.
En el más alto espíritu
del internacionalismo proletario, una tarea básica de las organizaciones
democráticas y revolucionarias consiste en apoyar las guerras populares en
curso en diversas partes del mundo, como Filipinas, India, Turquía y Perú, así
como los movimientos populares y de liberación nacional que se lazan contra la opresión
colonial y semicolonial. Esta nueva era es la de las revoluciones proletarias,
en la perspectiva del socialismo, y en ella debemos unificar las luchas de
liberación nacional de los pueblos dentro de la agenda de la Revolución
Proletaria Mundial. El internacionalismo proletario debe ser vitamina que alimente
la moral de la clase obrera y los pueblos en lucha, tanto en el mundo como en
nuestro país.
¡Viva el 51 aniversario del
Nuevo Ejército del Pueblo!
¡Viva el Partido Comunista de
Filipinas!
¡Viva el internacionalismo
proletario!
¡Proletarios y pueblos
oprimidos del mundo, uníos!
Notas:
El pasado 13 de
marzo el gobierno reaccionario de Duterte asesinó al camarada Julius Girón (Ka
Nars), a su médico Lourdes Tan Torres y a su asistente. A sus 70 años el
camarada Nars fue asesinado a sangre fría en una operación de aniquilamiento,
que cobró su vida y la de los testigos alrededor. El camarada Nars se
encontraba impedido físicamente por la vejez y la enfermedad, además se
encontraba desarmado; aunque el gobierno de Filipinas asegure que “fue en medio de un enfrentamiento con la
guerrilla que se oponía a su arresto”. Este crimen de guerra fue cometido
por el ejército reaccionario del viejo estado. El camarada Girón fue un alto mando dentro del
Partido y un consultor importante dentro del Frente Democrático Nacional de
Filipinas.
El pasado 24 de
marzo, el Comité Central del Partido Comunista de Filipinas, por recomendación
del Frente Democrático Nacional de Filipinas, ha instruido a todos sus
organismos y al Nuevo Ejército del Pueblo…”a
observar un alto el fuego a nivel nacional que entrará en vigencia a partir de
las 00:00 H del 26 de marzo de 2020 a 23: 59H del 15 de abril de 2020”… lo anterior
atendiendo el llamado del Secretario General de la ONU que solicitó un alto al
fuego a nivel internacional para concentrar esfuerzos en combatir la pandemia
del coronavirus COVID-19. Este alto al fuego sugerido por el FDNF y aceptado
por el PCF, ordenado hacia el NPA, es un acto “unilateral”, es decir, proviene solamente por parte de las fuerzas
democráticas-revolucionarias, el gobierno reaccionario de Duterte no ha
secundado este llamado y continúa sus acciones guerreristas, tanto en las zonas
guerrilleras como en contra de la población civil. El gobierno de Duterte atiende de manera irresponsable la pandemia, no presta atención a las necesidades del pueblo y pone en riesgo la salud y la vida de las familias trabajadoras. Las bases de apoyo, las
unidades del NPA y las milicias populares estarán actuando únicamente de manera
defensiva en contra de cualquier ofensiva u acción hostil por parte de las
fuerzas armadas oficialistas. Los esfuerzos del Partido Comunista, el Ejército
del Pueblo y el Frente del Pueblo estarán concentrados en cuidar la
organización, la salud y la vida del pueblo durante este periodo.