Niños utilizan cubrebocas mientras buscan agua potable, temen contraer COVID19 |
La crisis
general del capitalismo-imperialismo no puede ser resuelta por sus propios
creadores, ni siquiera con la puesta en marcha de sus armas biológicas, como la
que hoy azota al mundo con la pandemia del coronavirus COVID19.
Esta crisis de
sobreproducción es generada precisamente por el tremendo stock de mercancías [1]
que la gran
mayoría de los habitantes del planeta no podemos comprar debido al paupérrimo
nivel adquisitivo y de vida en que nos debatimos.
Las potencias
imperialistas lo saben bien, por ello su condición de colusión y pugna
constante para el reparto y nuevo reparto del mundo.
La actual crisis
sanitaria (generada por ellos mismos en su carrera armamentista) sirve como
válvula de escape solamente para ganar tiempo y alistar sus ejércitos para una
nueva conflagración internacional de enormes proporciones.
Es para ellos
válvula de escape sabiendo que la guerra psicológica genera temor entre la
población y compras de pánico entre la pequeña y la mediana burguesía,
contribuyendo a la circulación de mercancías que se encontraban detenidas,
dinamizando áreas de la producción y los servicios que languidecían, realizando
lock outs o paros técnicos patronales,
recortando horas-días de trabajo, reduciendo el salario y las prestaciones de
los trabajadores que aún gozan de derechos laborales, engrosando el ejército
industrial de reserva lanzando a millones de trabajadores al paro forzado (el informe de la OIT calcula que 25 millones de trabajadores en el mundo
perderemos nuestros empleos en medio de esta crisis sanitaria), abaratando la
fuerza de trabajo de los activos, generando mayor desunión, competencia y
atomización de las fuerzas del proletariado y los trabajadores, etc.
Sí, el
imperialismo tiene bien claro que parte de los costos para enfrentar su crisis
es el sacrificar las fuerzas productivas materiales que permiten la producción
y circulación de mercancías, así como la prestación de servicios. Estas fuerzas
sacrificables no son otras que las de la clase trabajadora principalmente. Y no
solamente de aquella que se encuentra en edad laboral, sino incluso de las
nuevas generaciones que habrán de relevarla; es decir: si los salarios de
hambre garantizan la reproducción de la mano de obra del proletariado para
futuras generaciones, este sacrificio premeditado de las fuerzas productivas
garantiza que las nuevas generaciones de proletarios nazcan y crezcan en
condiciones de pauperización absoluta, con derechos cancelados y una vida de
súper explotación asegurada.
Un breve vistazo
respecto a esta situación la podemos observar en el más reciente informe sobre alimentación escolar del Programa
Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (WFP, por sus siglas en inglés),
que señala que a propósito de la crisis sanitaria que se vive a nivel
internacional, al menos 364 millones de niñas y niños en todo el mundo han
dejado de recibir los alimentos escolares; y de estos se reporta que al menos
11 millones de niñas y niños ya no reciben ningún alimento en al menos 48
países que han decretado el cierre total de escuelas ante la pandemia.
Es de entender
que estas cifras tienden a no ser exactas viniendo precisamente de un órgano
creado por el imperialismo; el número real pudiera ser superior a ello y por
supuesto, tiende a crecer en las próximas semanas conforme se agudice la crisis
sanitaria. Más aún, el informe solamente aborda el tema de la alimentación escolar, más no así de la niñez en general, considerando que millones de niñas y niños en el mundo no tienen acceso a la educación pública y por tanto podemos sobreentender que un porcentaje muy alto de estos tampoco reciben ni una sola ración de alimento al día, a diferencia de quienes "ordinariamente" lo hacen yendo a la escuela.
En México -especialmente
en el medio rural y los barrios populares- los desayunos escolares [2] han
dejado de ser distribuidos desde el pasado 20 de marzo en que se anunció la
suspensión de labores en las instituciones educativas del país. Ahora que el
gobierno de la república ha decretado la emergencia sanitaria a nivel nacional,
estableciendo como fecha tentativa para su levantamiento el 30 de abril (la
cual pudiera ampliarse según el desarrollo de la curva epidemiológica) millones
de niñas y niños han dejado de recibir su dotación de alimentos escolares, que
dicho sea de paso, en muchísimos de los casos son el único alimento que
consumían al día debido al grado de pobreza en que subsisten.
No debemos
olvidar: las crisis cíclicas del capitalismo-imperialismo, además de llevar
consigo la destrucción de las fuerzas de los trabajadores y sus familias, tiene
también su contracara: la ira y la rebelión de las masas populares que habrán
de estallar espontáneamente ante la opresión y explotación que padecen. Nuevas
tormentas están por venir, ningún agravio debemos olvidar, el sacrificio de nuestra
clase no puede quedar en la desmemoria. La tarea actual consiste en cuidar la
salud y la vida del pueblo mientras construirnos más y mejor organización. ¡Donde
hay opresión, hay resistencia!
[1]Stock de mercancías. Se
refiere a la saturación de mercancías que no pueden ser liberadas en el mercado
principalmente debido a la escasa circulación de dinero, independientemente de
la demanda de estas. Estas mercancías permanecen almacenadas durante largo
tiempo, y continúan en aumento debido a que en el actual modo de producción no
se produce lo que la población necesita, sino lo que pudiera representar una
mayor ganancia o acumulación de capital para la gran burguesía. Los stocks de
mercancías producen de manera cíclica y recurrente las crisis económicas del capitalismo-imperialismo
mismas que se suceden cada vez más frecuentemente.
[2]Los desayunos escolares en
México. Han sido una de las principales demandas del magisterio democrático
desde la irrupción de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación
y su conformación a nivel nacional como expresión de la lucha por democracia
sindical, defensa de la educación pública, gratuita y científica, así como de
los derechos de las niñas y niños. El magisterio democrático junto al pueblo en
lucha ha conquistado los desayunos escolares, los uniformes y zapatos para
niñas y niños de comunidades indígenas, zonas rurales y colonias populares en
diversas partes del territorio nacional. Otros programas asistencialistas del
estado mexicano han asumido parte de esta labor alimentaria, pero siempre de
manera paternalista y contrainsurgente, pretendiendo desmovilizar a la
población que se ha organizado para reclamar la dotación de estos derechos
infantiles.