En honor al Comandante Rojo. |
Ha pasado un año
desde los terribles sismos del 7, 9 y 19 de septiembre de 2017, y para nuestros
pueblos originarios y nuestras comunidades rurales, literalmente no ha parado
de temblar.
Los terremotos
de hace un año y cada una de las cientos de miles de réplicas que desde
entonces hemos sentido –y resentido- nos han dado una nueva identidad con
nuestras tierras y territorio.
Así con todo y
sus movimientos telúricos, así con todo y ese sentimiento de angustia que se ha
estacionado en la boca del estómago y que se agita cada que el suelo vuelve a
crujir, así amamos este pedacito de tierra, cinturón de la patria, donde nos ha
tocado vivir y resistirlo todo.
Cualquier
persona de otro lugar podría pensar que hemos perdido la razón cuando decimos
que en comparación con los sismos, es mil veces más feo, no, menos… un millón
de veces más feo**, tener al Istmo sitiado por el narcoestado y la guerra entre
carteles de la droga disputándose la plaza, secuestrando gente, desapareciendo
gente, asesinando gente, extorsionando gente, brutalizando gente…
Decimos que es
peor tener encima el asedio paramilitar del latifundio y el imperialismo con la
imposición de los megaproyectos eólicos y mineros acompañados de la mal llamada
“reforma energética”…
Decimos que no
toleramos más la militarización del Istmo impuesta como parte de la estrategia
general de seguridad de las Zonas Económicas Especiales y aplaudida por el
rastrero Presidente Consejero de la Defensoría de los Derechos Humanos del
Pueblo de Oaxaca (DDHPO), Arturo de Jesús Peimbert Calvo –instrumento servil y
personero del viejo estado-…
Decimos que es
absolutamente indignante que el viejo estado terrateniente-burocrático haya
desviado cientos de miles de millones de pesos donados por la comunidad
internacional (y producto de los propios impuestos del pueblo de México) para
la reconstrucción del Istmo y que ahora nadie sepa dónde quedó la bolita…
Por eso dice
bien el viejo Ta´Cha´, montando guardia con su machete allá a la entrada del
Barrio Pescador, -aquí ni el crimen, ni los ventiladores, ni las mineras, ni
los guachos, ni los federales nos van a mover…
Nada más los
sismos nos mueven, pero nos mueven solo para reorganizarnos y retomar la lucha
contra el régimen.
Por eso quisimos
escribir esto y agradecer a nuestros hermanos y hermanas que desde varias
partes del estado de Oaxaca, de México y del mundo se solidarizaron con nosotros
y nosotras. Con todos los pueblos del Istmo que lo resistimos todo y nos
mantenemos de pie.
Por nuestra
parte, como comunidades de base SolRojistas, estamos verdaderamente agradecidos
de manera muy especial con nuestros camaradas SolRojistas de otras partes
porque vinieron a dar su servicio con trabajo voluntario -tequio pues- para
rescatar compañeros, pertenencias y animales en medio de los escombros.
Trayendo alimento, doctores, enfermeras, medicamentos, agua, ropa y hasta
juguetes para nuestros hijos y nuestras hijas que tanto bien les hizo en ese
momento y aún hoy.
Aquí los vimos
llegar, antes que llegara la “ayuda oficial” (que no estuvo exenta de rapiña
oficial) dispuestos y dispuestas al trabajo.
Gente de todo
tipo con las mismas banderas rojas que las nuestras. Venían profesionistas,
estudiantes, obreros, campesinos igual que nosotros. Hablaban todos como
nosotros, comían todos junto a nosotros, trabajan igual de duro que nosotros.
Algunos de ellos eran ya conocidos por ser dirigentes principales de nuestra
organización, gente a la que habíamos visto en Congresos, Asambleas o mítines,
y que llegó al Istmo con ropa de trabajo y herramientas a dar su tequio para
ayudar a nuestros pueblos e incluso a otros pueblos que no eran o que no son
SolRojistas. Aquí estuvieron nuestros dirigentes trabajando, comiendo y
durmiendo bajo la lluvia, porque nos llovió sobre mojado, nos tembló sobre
temblado y nos tembló bajo lluvia…
Aquí estuvo el
camarada Secretario General de la Sección 9 del SINTS con su Comité Ejecutivo
de doctores y enfermeras.
Aquí estuvieron
los universitarios de las Brigadas Juveniles del Pueblo cargando escombros y
leyendo el Libro Rojo del Presidente Mao Tse Tung.
Aquí estuvieron
las compañeras del Movimiento Femenino Popular, haciendo actividades, dando
charlas, lanzando consignas, brindando afecto a nuestros hijos e hijas en medio
del dolor, ayudándonos a recuperar la confianza en nuestras propias fuerzas,
que son las fuerzas del pueblo.
Aquí vimos
trabajar con herramientas en mano a la Comisión Central de Prensa y Propaganda,
que bien que supieron defender como soldados rojos de la revolución los
vehículos de las cuatro caravanas SolRojistas que arribaron al Istmo, bajo el
riesgo de ser decomisadas por el ejército mexicano o la odiosa policía federal
que tantos vehículos de ayuda decomisaron para concentrarlos en el hangar
militar de Ciudad Ixtepec.
Aquí estuvo
también el camarada Comandante Rojo, cuidando de nosotros una vez más, como
siempre lo hizo en medio de los combates contra el viejo estado. Aquí vino al
Istmo a educar, formar, trabajar y combatir. –Trabajar y combatir para no ser
una carga, dijo.
Seis meses
después escuchamos la noticia de su fallecimiento y con las mismas banderas
rojas que él portaba, saludamos su memoria en el cinturón de la patria,
haciéndolas volar al viento en su honor. ¡Honor y gloria al camarada Comandante
Rojo!
Aquí anduvieron
ellos, y tras ellos, muchos otros camaradas de otras organizaciones democráticas
como las compañeras de Consorcio, pero también de organizaciones
revolucionarias de otras partes del mundo, como el Movimiento Comunista
Internacional que no dejó de solidarizarse con nuestros pueblos, reforzando el
llamado a luchar por la reconstrucción del Istmo.
Los pueblos de
nuestra región, istmeños o sismeños –como ustedes se acomoden- hemos aprendido
nuevas cosas desde distintas trincheras de lucha; se formaron Asambleas de
Damnificados, se formaron Cocinas Comunitarias Autónomas en Barrios y
Comunidades, se formaron Autodefensas y en otros lugares donde ya existían, se
perfeccionaron para dar seguridad al pueblo.
Los SolRojistas
del Istmo estamos poquito a poco reconstruyendo nuestros hogares y nuestra
forma de vida comunitaria; porque no solo se trata de cuatro paredes y un
techo, sino del derecho de vivir en paz, con autodeterminación. Aprendimos
también algo que no olvidaremos: la mística y el orgullo de ser militantes de
una organización democrática-revolucionaria. Esa mística que nos llama a servir
al pueblo de todo corazón.
¡Resistimos camaradas, seguimos
de pie!
Istmo de Tehuantepec, cinturón de la patria que
vamos a liberar.
Septiembre 19 de 2018
*El presente texto nos ha sido enviado por el
Comité Regional Istmo (CRI) de la Corriente del Pueblo Sol Rojo. Se publica de
manera íntegra y sin modificación alguna.
**Para nuestr@s
lectores en otros países, la frase hace alusión a uno de los múltiples errores
que tuvo durante su administración el impuesto presidente de la república
Enrique Peña Nieto (EPN). La frase dicha por EPN se da justo en el contexto de
los sismos del año 2017 y su visita a la entidad oaxaqueña; trascendiendo en
todos los medios de comunicación la oración: "...estamos ya por bajar acá en Oaxaca, estamos a un minuto de aterrizar,
a menos, creo como a cinco..."