[*]11 de
junio de 1945
De las Obras
Escogidas de Mao Tse-tung
EDICIONES EN LENGUAS
EXTRANJERAS
PEKIN 1972
Primera edición 1968
(2a impresión 1972)
Tomo III, págs.
281-84.
Digitalizado y
preparado para el internet: Por el Movimiento Popular Perú de Alemania, 1993.
Esta edición:
Marxists Internet Archive, mayo de 2001.
Hemos
celebrado un congreso muy fructífero. Hemos hecho tres cosas. Primera,
determinamos la línea de nuestro Partido, que consiste en movilizar audazmente
a las masas y robustecer las fuerzas populares a fin de que, bajo la dirección
del Partido, derroten a los agresores japoneses, consigan la liberación de todo
el pueblo y construyan una China de nueva democracia. Segunda, aprobamos los
nuevos Estatutos del Partido. Tercera, elegimos el organismo dirigente del
Partido: el Comité Central. De ahora en adelante, nuestra tarea es dirigir a
todo el Partido en la aplicación de su línea. El nuestro ha sido un congreso de
victoria, un congreso de unidad. Los delegados han formulado excelentes
observaciones sobre los tres informes. Muchos camaradas se han hecho
autocrítica; partiendo del afán de unidad, se ha logrado la unidad mediante la
autocrítica. Este Congreso ha sido un modelo de unidad, de autocrítica y de
democracia interna del Partido.
Clausurado el Congreso, muchos
camaradas regresarán a sus puestos de trabajo o partirán para los diversos
frentes de batalla. Adondequiera que vayan, camaradas, deben divulgar la línea
del Congreso y, por intermedio de los militantes del Partido, explicarla a las
grandes masas populares.
Al divulgar la línea del Congreso, nos
proponemos infundir a todo el Partido y a todo el pueblo la convicción de que
la revolución triunfará. Ante todo, debemos elevar la conciencia política de la
vanguardia, de modo que sea resuelta, no tema ningún sacrificio y supere todas
las dificultades para conquistar la victoria. Pero esto no basta; también
debemos despertar la conciencia política de las grandes masas
populares de
todo el país para que, voluntariamente y de buen grado, luchen junto con
nosotros por la victoria. Debemos inflamar a todo el pueblo con la convicción
de que China pertenece al pueblo chino y no a los reaccionarios. Hay una
antigua fábula china llamada "El Viejo Tonto que removió las
montañas". Cuenta que hace mucho tiempo vivía en el Norte de China un
anciano conocido como el Viejo Tonto de las montañas del Norte. Su casa miraba
al Sur, y frente a ella, obstruyendo el paso, se alzaban dos grandes montañas:
Taijang y Wangwu. El Viejo Tonto decidió llevar a sus hijos a remover con
azadones las dos montañas. Otro anciano, conocido como el Viejo Sabio, los vio
y, riéndose, les dijo: "¡Qué tontería! Es absolutamente imposible que
vosotros, siendo tan pocos, logréis remover montañas tan grandes." El
Viejo Tonto respondió: "Después que yo muera, seguirán mis hijos; cuando
ellos mueran, quedarán mis nietos, y luego sus hijos y los hijos de sus hijos,
y así indefinidamente. Aunque son muy altas, estas montañas no crecen y con
cada pedazo que les sacamos se hacen más pequeñas. ¿Por qué no vamos a poder
removerlas?" Después de refutar la errónea idea del Viejo Sabio, siguió
cavando día tras día, sin cejar en su decisión. Dios, conmovido ante esto,
envió a la tierra dos ángeles, que se llevaron a cuestas ambas montañas. Hoy,
sobre el pueblo chino pesan también dos grandes montañas, una se llama
imperialismo y la otra, feudalismo. El Partido Comunista de China hace tiempo
que decidió eliminarlas. Debemos perseverar en nuestra decisión y trabajar sin
cesar; también conmoveremos a Dios. Nuestro Dios no es otro que las masas
populares de China. Si ellas se alzan y cavan junto con nosotros, ¿por qué no
vamos a poder eliminar esas montañas?
Ayer, durante una conversación con dos
norteamericanos que regresaban a su país, dije que el Gobierno de los EE.UU.
trata de socavar nuestra causa y que eso no lo toleraremos. Nos oponemos a la
política de ese Gobierno de apoyar a Chiang Kai-shek contra los comunistas.
Pero debernos establecer una distinción, primero, entre el pueblo y el Gobierno
de los EE.UU. y, segundo, dentro de ese Gobierno, entre los que deciden la
política y los funcionarios en general. Dije a estos dos norteamericanos:
"Comuniquen a los fabricantes de la política de su Gobierno que nosotros
les prohibimos entrar en las regiones liberadas, porque su política es apoyar a
Chiang Kai-shek contra los comunistas, y no les tenemos confianza. Pueden venir
a las regiones liberadas si su propósito es combatir al Japón, pero antes hay
que llegar a un acuerdo. No les permitiremos andar husmeando por donde se les
antoje. Dado que Patrick J. Hurley[1] declaró públicamente que no habría
cooperación con el Partido Comunista de China, ¿para qué desean ustedes venir a
merodear en nuestras regiones liberadas?"
La política del Gobierno yanqui de
apoyar a Chiang Kai-shek contra los comunistas revela lo desenfrenada que es la
reacción norteamericana. Pero está condenado al fracaso todo intento de los
reaccionarios, chinos o extranjeros, para impedir la victoria de nuestro
pueblo. La democracia constituye la corriente principal en el mundo actual,
mientras que la reacción antidemocrática es sólo una contracorriente. Esta
contracorriente reaccionaria intenta predominar sobre la corriente principal de
independencia nacional y democracia popular, pero jamás pasará a ser corriente
principal. Actualmente existen aún en el viejo mundo tres grandes
contradicciones, que hace ya tiempo señaló Stalin: la primera, entre el
proletariado y la burguesía dentro de los países imperialistas; la segunda,
entre las diversas potencias imperialistas, y la tercera, entre los países
coloniales y semicoloniales y las metrópolis imperialistas[2]. Estas
contradicciones no sólo siguen existiendo, sino que se desarrollan tornándose
más agudas y amplias. Y a consecuencia de su existencia y desarrollo, llegará
el día en que sea barrida la contracorriente reaccionaria antisoviética,
anticomunista y antidemocrática, que hoy todavía existe.
En estos momentos se celebran dos
congresos en China, el VI Congreso del Kuomintang y el VII Congreso del Partido
Comunista. Tienen objetivos diametralmente opuestos: uno pretende aniquilar al
Partido Comunista y demás fuerzas democráticas de China y así sumergir a
nuestro país en las tinieblas; el otro aspira a derrocar al imperialismo
japonés y sus lacayos, las fuerzas feudales chinas, construir una China de
nueva democracia y, de esta manera, conducir a nuestro país hacia la luz. Estas
dos líneas luchan entre sí. Tenemos la firme convicción de que, dirigido por el
Partido Comunista de China y guiado por la línea de su VII Congreso, el pueblo
chino alcanzará la victoria total, mientras que la línea contrarrevolucionaria
del Kuomintang fracasará.
* Discurso de clausura
pronunciado por el camarada Mao Tse-tung ante el VII Congreso Nacional del
Partido Comunista de China.
NOTAS
[1]Reaccionario politicastro republicano de
los EE.UU. Fue nombrado embajador norteamericano en China a fines de 1944. En
noviembre de 1945, se vio obligado a
dejar el cargo porque su apoyo a la política anticomunista de Chiang Kai-shek
suscitó la firme oposición del pueblo chino. Su declaración pública sobre la no
cooperación con el Partido Comunista de China la hizo en Washington el 2 de
abril de 1945, en una conferencia de prensa convocada por el Departamento de
Estado. Para más detalles, véase "El dúo Hurley-Chiang Kai-shek, un
fiasco", en el presente tomo.
[pág. 283]
[2]Véase J. V. Stalin, "Los
fundamentos del leninismo", I: "Las raíces históricas del
leninismo". [pág. 283]