Hace siete años los medios masivos de comunicación al servicio del
imperialismo (particularmente el Yanqui) celebraban a bombo y platillo la
llamada “Primavera Árabe” que se
extendió por diversos países de África y Oriente Próximo en contra de los
respectivos gobiernos que de una manera u otra representaban polos de interés distintos
a los del bloque imperialista de Estados Unidos de América y la OTAN, pero que
también mantenían oprimidas a las masas populares de sus respectivos países
bajo concepciones específicas, y también reaccionarias, en cuanto a la forma de
gobierno y de sociedad que desarrollaban.
Uno de estos países fue Túnez, que justamente ha tenido inviernos agitados en diversos periodos
de su historia, donde las masas populares han salido a las calles motivadas por
los efectos de la crisis (y en varios de estos momentos, utilizadas por otras
facciones de la burguesía criolla y el imperialismo) como ocurrió en 1984 con
la llamada “revuelta del pan”, en
2008 con las escaramuzas en la zona minera de Gafja-Redeyef, en 2011 la caída
de Ben Alí (“la primavera árabe”) y
ahora (a unos días de cumplirse el 7° aniversario de la caída de Ben Alí) contra los recortes y las políticas antipopulares dictadas por el Fondo Monetario
Internacional contra la clase obrera y el pueblo tunecino.
Sin duda, el despertar de las amplias masas populares, por espontáneo
que sea su registro histórico en la lucha de clases de ese país, marca una
tendencia internacional en cuanto a la crisis general del imperialismo y sus
efectos en lo específico al interior de los países oprimidos como Túnez,
donde las clases parasitarias no pueden seguir gobernando como antes y las
masas se resisten a seguir siendo gobernadas como hasta ahora… Sin que la
crisis adquiera, sin embargo, un carácter revolucionario, de ruptura definitiva
entre las clases.
No obstante, esto también se explica por la falta de un movimiento de
masas dotado de una fuerte línea clasista y revolucionaria, así como la falta del
instrumento político del proletariado, es decir: de su vanguardia organizada
como Partido Comunista, pertrechado con la ideología científica del
proletariado: el marxismo-leninismo-maoísmo, lo cual ha dado ha imposibilitado el completo desarrollo de
estas ejemplares demostraciones y rebeliones de masas, mismas que al final han
terminado por ser capitalizadas por una o más de las expresiones del propio
enemigo de clase.
Por otra parte, la reciente decisión del viejo estado Peruano,
regenteado por Pedro Pablo Kuczynski (PPK)
de otorgar el “indulto” al fascista y genocida Alberto Fujimori (responsable de
muchos de los peores episodios de la guerra de exterminio contra la clase obrera
y las masas populares del Perú en la década de los 90´s del siglo pasado) ha desatado
nuevas y cada vez más poderosas protestas por parte del movimiento
obrero-campesino-estudiantil-popular, organizado desde sus más variadas
expresiones políticas e ideológicas, pero todas bajo la coincidencia de que
este indulto a uno de los más
sanguinarios enemigos del pueblo peruano, es sin duda un insulto a la
inteligencia, a la memoria y al sufrimiento de las más profundas capas de la
población que hasta estas fechas continúa resintiendo los estragos de la represión.
Las protestas crecen y se multiplican en la Ciudad de Lima y en otras
provincias del país, y están siendo valoradas por el viejo estado como una
nueva amenaza a la seguridad interna, pues no es capaz de enfrentar la guerra
popular que vigorosamente vienen desarrollando el Partido Comunista del Perú y
el Ejército Popular de Liberación bajo la guía del pensamiento Gonzalo -que
sigue pujante alumbrando la lucha revolucionaria del proletariado y el campesinado
pobre en el Perú- ni tampoco frenar las movilizaciones donde la clase obrera y
las masas populares se están definiendo por imponer una línea clasista al
interior del movimiento popular en todos sus sectores y referentes en lucha.
En ambos países, los gobiernos títeres de la burguesía burocrática al
servicio del imperialismo, han preparado los escenarios para la represión bajo
el discurso de la defensa y salvaguarda de la Seguridad Interior, justo como
ocurrió hace unas semanas en Honduras, como ocurre en Sudán, en Yemen, en Siria y en otras partes del mundo donde las masas luchan y se alzan en rebelión.
Justamente también como en México con la recíen aprobada Ley de Seguridad Interior, donde la burguesía criolla y el imperialismo preveen movilizaciones de masas y rebeliones contra el régimen y para evitarlo acomodan las piezas sobre su tablero, pensando que solamente
ella y sus diversas facciones moverán a su antojo estas, utilizando a las masas
explotadas y oprimidas como peones de ajedrez y carne de cañón para el
ensanchamiento de su botín.
La labor internacionalista de las revolucionarias y los revolucionarios de México no
solamente consiste en saludar las luchas de las masas populares en países como
Túnez, Perú y otras partes del mundo, o en observar sus limitaciones y avances respectivos; sino
fundamentalmente en extraer lecciones de esto para preparar los escenarios e
instrumentos de combate propios que nos permitan por un lado solidarizarnos de
forma militante e internacionalista con cada uno de ellos, así como también
enfrentar al propio enemigo interno que tenemos en casa para derrotarlo al igual que debemos derrotar al
imperialismo que nos oprime.
¡Viva la rebelión en
Túnez!
¡Que la crisis la
paguen los ricos!
¡Vivan la Guerra
Popular y las movilizaciones de masas en el Perú!
¡Cárcel a Fujimori y Kuczynski!
¡Pueblos de todo el mundo uníos y derrotad a los agresores norteamericanos
y a todos sus lacayos!