No cabe duda que
hasta en momentos de tragedia la lucha de clases está presente, un claro
ejemplo de esto es la fábrica textil que se derrumbó por el sismo del pasado 19 de septiembre en la colonia Obrera en la Ciudad de México. Desde los primeros
instantes, después del sismo, en dicho lugar brillaban por su ausencia las
fuerzas de rescate del Ejército, la Marina y la Policía Federal; siendo los
trabajadores y el pueblo solidario quienes se hicieron presentes para comenzar
a rescatar a las obreras que según se cuenta era más o menos 100 mujeres.
Pasaron las
horas y no fue hasta un día después del colapso de la fábrica que se hicieron
presenten las fuerzas federales. Fue evidente que la ayuda llegó primero a
lugares donde la alta y mediana burguesía estaban atrapados, que los esfuerzos
por sacar sobrevivientes era una cuestión de clase.
Ahora sabemos
que no solamente laboraban mujeres mexicanas sino también de diferentes
nacionalidades, presuponiendo como es una constante en talleres maquileros que
algunas de ellas de manera ilegal su estancia en el país. Los patrones están
urgidos porque acaben los rescates para dar paso a la maquinaria pesada y
cobrar el seguro. Pero los mismos rescatistas y voluntarios han señalado que
todavía hay personas vivas lo que había obligado al viejo estado a declarar que
no se removerían escombros hasta no tener un censo de las personas que laboran
ahí, que hasta el momento sigue sin presentarse.
Pese a dicha
evidencia de vida de obreras atrapadas, las autoridades han determinado
concluir con los trabajos de rescate y todo el pueblo que se encuentra ahí han hecho
muestra de unión para evitar la entrada de la maquinaria pesada motivando por
lo mismo un choque que las autoridades han exacerbado al mandar antimotines
para desalojar a los jóvenes, trabajadores, mujeres, estudiantes,
profesionistas y pueblo en general que con ira legítima apuestan su vida para
defender a los que se encuentran quizá con vida bajo los escombros.
Las constantes
denuncias de la Brigada Internacional de Rescate Tlatelolco Azteca A. C. mejor
conocida como los Topos así como de los y las trabajadoras que se han
convertido en rescatistas dejan al descubierto la verdadera cara del
capitalismo burocrático, semifeudal y comprador que es quien decide realmente
el rumbo del país, donde un centenar de obreras no son valiosas, donde las
mujeres son simples mercancías que pueden sustituirse, donde las personas
pobres sufren una doble tragedia pues no sólo muchas de ellas eran el sustento
de sus hogares dejando en el desamparo a su familia, sino además de perder la
vida también perdieron su casa; dicho sea de paso que en las colonias populares
de la ciudad la ayuda no ha llegado.
Es así como los
sismos no sólo de este mes sino también del lejano 1985 han demostrado la
incapacidad del gobierno para salvaguardar al pueblo, la incompetencia de todas
sus instituciones, la mezquindad de sus políticos y empresarios, la ineptitud
de sus fuerzas militares sino también que es sólo el pueblo quien puede sacar
de la podredumbre del sistema al país, que juntos somos invencibles y que la
pequeña burguesía tiene más afinidades con la clase trabajadora que con la
burguesía, es momento de organizarnos pues son muchas las necesidades que
tienen los pueblos de las entidades siniestradas pero sobre todo porque la
historia de la humanidad es la lucha de clases.
¡Es con la
violencia y sólo con la violencia como el pueblo en lucha conquista su
independencia!
¡ELLAS SON OBRERAS... VIVAS LAS QUEREMOS!
¡Salvo el poder, todo es
ilusión!
¡Somos la chispa que enciende
la pradera!
¡Que los trabajadores gobiernen
la patria!
¡Con el Sol Rojo el pueblo
vencerá!
CORRIENTE DEL PUEBLO SOL ROJO