Tomado de Periódico Mural, prensa
popular y democrática (publicado el 9/03/2023)
Como en tiempos del tratado
Guadalupe-Hidalgo o Mac Lane-Ocampo, el T-MEC y la imposición de megaproyectos
imperialistas de despojo y muerte vienen acompañados de la bota y la escalada
militar del imperialismo estadounidense que ahora, justo ahora, debate en el
Congreso una iniciativa republicana presentada formalmente desde enero de este
año donde se busca autorización para intervenir militarmente nuestro país
justificando “autorizar el uso de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos
contra los responsables del tráfico de fentanilo o una sustancia relacionada
con el fentanilo en los Estados Unidos o llevar a cabo otras actividades
relacionadas que causen desestabilización regional en el Hemisferio
Occidental”.
La propuesta republicana
presentada por los senadores Mike Waltz (Florida) y Dan Crenshaw (Texas) no
está siendo tomada a la ligera pues otras voces dentro y fuera del senado
comienzan a naturalizar el discurso de “la guerra contra el narcotráfico”
(mexicano) al igual que en su momento han esgrimido el discurso de la guerra
contra el terrorismo en oriente medio para apropiarse del petróleo y los
recursos naturales de aquellas naciones.
La lógica del imperialismo
gringo es sencilla: demonizar a un enemigo externo (cierto o imaginario),
sobredimensionarlo y presentarlo a la luz pública como el objetivo militar,
siendo este un primer paso para justificar y legitimar la intervención armada
para el reforzamiento de las cadenas de dominación que pesan sobre los pueblos
del tercer mundo (en este caso de México).
Los monopolios de prensa y
voceros del imperialismo yanqui están extasiados con esta posibilidad, tal como
lo muestran las páginas del Wall Street Journal donde el exfiscal general,
William Barr, pide acelerar la discusión y aprobar la iniciativa para intervenir
en territorio mexicano; otras plumas le hacen segunda empujando a la llamada
opinión pública ante “la amenaza del crimen organizado” en México.
Como un aderezo a la fórmula,
se presenta la reciente desaparición de 4 ciudadanos estadounidenses en
Matamoros, Tamaulipas, que presuntamente cruzaron nuestra frontera “para
comprar medicamentos” y fueron raptados por un cartel mexicano, lo que ha motivado
que el embajador gringo Ken Salazar visite personalmente a AMLO en Palacio de
Gobierno y lance publicaciones donde habla del interés de su gobierno por
“proteger ciudadanos estadounidenses como su principal trabajo”.
Al parecer, las presiones
injerencistas del imperialismo yanqui van a subir de tono mientras la 4T trata
de darle salidas suaves (léase agachonas) y diplomáticas (léase entreguistas)
tanto a las pretensiones republicanas de intervención militar como a la
exigencia fáctica de apresurar la imposición y funcionamiento de megaproyectos
que por todo el territorio nacional han encontrado la firme resistencia de los
pueblos.
Un ejemplo que raya en el
insulto para el propio ideario cuatroteista pero que nos recuerda la indigna
mano liberal del juarismo sometiéndose al tratado Mac Lane-Ocampo, es la visita
programada de Ken Salazar a territorio oaxaqueño acompañando a AMLO justo el 21
de marzo (natalicio de Benito Juárez) para supervisar los avances del Corredor
Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT) que en estos precisos momentos
está detenido ante el reclamo de ejidatarios, comuneros y pobladores que
consideran violentados sus derechos mientras son hostigados por la Marina
Armada de México, la Guardia Nacional y grupos paramilitares.
Aquí también la narrativa de las fuerzas castrenses es que detrás de la oposición popular a los megaproyectos está la “delincuencia organizada”. ¿Será que el gobierno de México está familiarizándose con el speech gringo para pasar a una ofensiva contrainsurgente de mayor escala con la intervención militar de los EE.UU.?