¡Zapata vive!


Nos preguntábamos si era correcto hacer una valoración pública respecto al trabajo titulado “la revolución” de Fabián Cháirez, el artista plástico chiapaneco que ha centrado su obra en la homosexualidad tomando clara posición no solamente en defensa de esta, sino también de su adscripción a ella.

Antes de fijar posición respecto a la obra del autor, es imperativo para nuestra organización enfatizar al menos tres elementos sustanciales en cuanto al fondo:

Primero.- La homosexualidad, como el conjunto de las más variadas preferencias sexuales de las personas, no debería ser un tema a discusión, ni mucho menos algo que deba ser proscrito (salvo cuando estas preferencias se basen en el sometimiento, flagelo, opresión, esclavitud y por supuesto, violación de otras personas. En esa misma línea de ideas deber ser especialmente condenable y castigable cualquiera de estas prácticas dirigida contra personas indefensas como la niñez, la juventud y personas con capacidades diferentes). Concretamente: el problema no estriba en la sexualidad de las personas, ni sus preferencias.

Segundo.- En relación con ello, no es suficiente, ni tampoco correcto, querer jugar al “progresismo” reivindicando toda conducta sexual (ya dijimos que un pederasta, un misógino, un necrófilo o cualquier otra clase de pervertido puede pretender justificar sus crímenes a partir de exigir el “respeto a la diversidad sexual”). Tampoco es correcto justificar toda obra, todo discurso, o toda hipótesis de presunta “libertad” solamente porque venga de una persona miembro de la comunidad LGTB. Aquí es imperativo retomar a Marx: “no es la conciencia del hombre la que determina su ser, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia”.  ¿Qué significa esto? Que no puede existir una posición ideológica o política a partir de las preferencias sexuales, sino que esta posición surge a partir del rol que los individuos juegan en la producción de la riqueza, es decir: a la clase social a la que pertenecen. Concretamente: las clases dominantes (burguesía compradora, burguesía burocrática, latifundistas y oligarcas) tienen una posición ideológica y política muy clara: la defensa del actual modo de producción; mientras que las clases dominadas (proletariado, campesinado pobre, semi-proletarios, pequeña burguesía, etc.) debiéramos asumir un posición ideológica y política también muy clara: la subversión y destrucción del actual modo de producción para la edificación de uno nuevo. No hay, ni puede haber puntos intermedios. La neutralidad es falsa, no existe.

Tercero.- No es muy congruente hablar de “respeto” y “tolerancia” cuando no se establecen relaciones de reciprocidad; por supuesto que la comunidad LGTB debe ser respetada como cualquier otro sector de la población que exige y reivindica sus derechos ante el viejo estado terrateniente-burocrático (que efectivamente es patriarcal, reaccionario y antidemocrático pues está basado en la opresión y la explotación del hombre por el hombre, de la mujer por el hombre, de la mujer por la mujer, del hombre por la mujer, y esencialmente de la humanidad por la propiedad privada de los medios de producción). No nos viene mal en este punto volver a Marx: “El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general”. ¿Qué significa esto? Que la forma en que nos relacionamos está condicionada por la forma en que participamos de la producción de la riqueza; ¿Acaso alguien ha visto alguna vez a los grandes dueños del dinero y del poder político convivir en un arrabal con el pueblo trabajador? las masas populares estamos acostumbrados a vivir entre nosotros de forma cotidiana, y al hacerlo hemos trazado reglas no escritas basadas en el respeto común, el trabajo colectivo, la solidaridad, la empatía y otros muchos principios que a la burguesía parasitaria le interesa soterrar para atomizar nuestra fuerza y dividirnos. Concretamente: si el respeto entre los sectores populares y el debate que ha venido madurando con relación al respeto hacia la diversidad sexual nos llama a no vulgarizar, no motejar y no insultar las distintas preferencias sexuales, bien vale la pena preguntar ¿por qué algunas personas con distintas preferencias sexuales vulgarizan, motejan e insultan algo que no es solamente una imagen (como dicen algunas voces), sino esencialmente un estandarte para la revolución que requiere este país?

Dicho lo anterior, fijamos nuestra posición respecto a la obra del autor desde dos ángulos, la crítica estética y la crítica ideológica, ambos desde la perspectiva clasista del proletariado respecto al arte, para ello, abordaremos el problema desde las premisas que ha trazado con precisión el Presidente Mao Tse Tung en sus intervenciones en el foro de Yenan sobre arte y literatura.

La estética.

La obra “la revolución” está hecha al óleo sobre lienzo de 30 por 30 centímetros. Su primera exposición fue en la Galería José María Velasco entre 2015 y 2016 y ahora se encuentra exhibida en el Palacio de Bellas Artes.

La pintura muestra a un personaje que el autor pretende en llamar Zapata, montando desnudo con una banda tricolor alrededor del cuerpo, un sombrero de charro en tono rosa, y zapatillas cuyos tacones están representados en un revolver. El rictus del personaje asume una expresión diametralmente ajena a las que el verdadero General Emiliano Zapata sostuvo en sus fotografías, incluso en las más desenfadadas. El cuerpo, por su parte, exhibe una evidente cadencia afeminada, mostrando unas piernas demasiado torneadas y delicadas, sin observarse el menor asomo de bello en este; salvo por el bigote que pretende asumir el estilo que acostumbraba el General.

Es claro que la técnica empleada no forma parte del realismo al que otras obras que hacen alusión al General nos han acostumbrado. No retoma tampoco las mejores tradiciones del muralismo en su impacto histórico-visual ni nos aporta un ángulo sorpréndente o poco reivindicado respecto a Emiliano Zapata; es decir: culturalmente no aporta al acervo histórico nacional o popular, al contrario, tiende a vulgarizarlo justamente en un contexto en que la derecha y la ultraderecha trabajan con ahínco en los preparativos del golpe preventivo. De esto hablaremos más adelante.

La técnica, los trazos, las formas, el manejo de las luces y los colores, la complexión y anatomía del cuerpo, su conducta y desenvolvimiento al seno del cuadro, es la misma que el autor ha empleado durante su corta trayectoria si echamos un vistazo a otros de sus trabajos como “desnudo enmascarado” o “novo”; es decir: no existe una concreta y real aportación al arte desde un punto de vista estético, por tanto, el autor en sí no se da cuenta que al no aportar o no plantear nuevas alternativas al terreno del arte, tampoco se aporta a sí mismo para su evolución creativa, técnica y profesional.

El autor junto a su obra
Más aún, el trabajo en cuestión dista mucho de parecerse físicamente al General Emiliano Zapata; si el lector toma frente a sí las dos imágenes, por un lado la de la pintura “la revolución” y por el otro, una fotografía al azar del General, podremos descubrir que el parecido solamente existe por cuanto la caracterización del personaje con el sombrero y el bigote, pero sus trazos bastante definidos nos reflejan más la imagen misma del autor, a manera de autorretrato. Lo cual nos permite entender hasta qué punto el egocentrismo y la necesidad de atraer a sí y a su corta y malograda carrera los reflectores, han llevado al autor a exhibir en el Palacio de Bellas Artes una obra fraudulenta y no digna de ser exhibida en dicho recinto cultural, por el carácter histórico que reviste.

El autor lo sabía perfectamente, la obra en sí es una provocación que en términos de su trabajo persigue atención, publicidad. En ese sentido su propósito ha sido cumplido.

La historia ha sido clara en cuanto a las dos fuentes del arte, la inspiración y el fraude; este último que puede surgir a su vez del plagio, de la simulación o la pretensión fuera de talento.  

La ideología.

Ya hemos establecido con toda claridad que es mentira que exista o pueda existir una posición política desde las más variadas preferencias sexuales. Quienes insisten en ello o son necios cegados por sus propios intereses, o son gente de derecha que pretende camuflarse con el discurso “progre” y “salvador” al más puro estilo de la reacción que se agazapa para luego dar un manotazo contra el pueblo trabajador. Ahora dilucidemos respecto al papel del arte en la lucha de clases.

El arte como toda la actividad social del hombre (hablando de este en términos genéricos) no se encuentra por encima de las clases sociales. La historia del arte da cuenta de ello.

Su uso como medio de divulgación, justificación, imposición y defensa de una idea afín al modo de producción en turno, ha sido tal que muchas de estas han trascendido en el tiempo y hoy forman parte del patrimonio cultural de la humanidad.

Las grandes y hermosas esculturas de Grecia y Roma, su arquitectura, la impresionante biblioteca de Alejandría y las imprescindibles obras de la literatura clásica surgidas durante el esclavismo tuvieron autores, los cuales fijaron posición a favor de una clase social en lo concreto. En este caso de los señores esclavistas.

También grandes autores pintaron para la vieja y reaccionaria iglesia vaticana; al hacerlo, ellos han fijado posición a favor de una clase social en lo concreto. En este caso de los señores feudales y el alto clero.

Lo mismo ocurre con la falsa neutralidad en el arte, cuando los así llamados artistas (dadaístas, surrealistas, cubistas, fauvistas, impresionistas, postmodernistas, etc.)  reclaman ser apolíticos o no tomar partido por ningún problema social, aparentemente. Al hacerlo, ellos han fijado posición a favor de una clase social en lo concreto. En este caso de la gran burguesía.

Gabriel Celaya, poeta y combatiente comunista durante la Guerra Civil española, plasmó entre su obra un tema medular respecto al problema del arte y la lucha de clases.

En su poema: “La poesía es un arma cargada de futuro”, el autor se define en las siguientes estrofas:

…Poesía para el pobre,
poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos
trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos
dar un sí que glorifica…

…Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

Celaya sabía perfectamente que al hacerlo estaba tomando una posición a favor de una clase social en lo concreto. En este caso, el proletariado y las masas más amplias y profundas del pueblo.

"Del porfirismo a la revolución", David Alfaro Siquieros
El Presidente Mao Tse Tung problematizó al respecto: “En nuestra lucha por la liberación del pueblo chino existen varios frentes, entre ellos, el de la pluma y el del fusil, es decir, el frente cultural y el frente militar. Para vencer al enemigo, hemos de apoyarnos ante todo en el ejército que tiene los fusiles en la mano. Pero éste no basta por sí solo; necesitamos también un ejército cultural, que es absolutamente indispensable para estrechar nuestras propias filas y derrotar al enemigo”.

Al hacerlo, nos planteó cuatro formas de abordar el problema del arte en concreto: la posición de clase, la actitud, el público, el trabajo y el estudio de los artistas y escritores.

Escudriñemos el problema desde este ángulo.

La posición de clase. Nuestra posición de clase es la del proletariado y las masas populares. Creemos y promovemos un arte popular no solamente al servicio de este, sino principalmente de su liberación, la cual necesariamente será producto de una revolución. Desde este punto de vista nuestros camaradas en el frente del arte, asumen no una posición de “artistas individualizados, seres cuya inspiración proviene de las musas del olimpo”; esa es palabrería de los artistas que trabajan para la burguesía. Nuestros camaradas son trabajadores del arte, forman parte de la clase trabajadora, se entienden parte de un ejército en guerra contra la opresión y explotación despiadada que pretende deshumanizar al género humano, su inspiración viene de las masas para las masas, su trabajo lleva el arte, la cultura y la política de las masas para las masas. Cháirez, por su parte, se asume como un artista que tiene derecho a plantear su forma de ver el mundo, sus sentimientos y hasta sus criterios ultra personales. Desde este punto de vista, su obra también tiene una posición de clase, juega a la falsa neutralidad y al hacerlo, vulgariza, moteja e insulta un estandarte de revolución, uno de los más queridos por el pueblo trabajador. Pudo haber pintado cualquier otro personaje “público”, a una persona en lo individual, pero no, él quiso vulgarizar el programa de la revolución agraria aún vigente. Pudo incluso pintar al propio Zapata, justo como este era, acompañado de un amplio contingente (armado o no) de la comunidad LGTB, pudo en su soberbia y egocentrismo pintar a Zapata junto a un Cháirez desnudo (justo como se imagina y auto refleja en introspección en el retrato) pero su posición de clase ya estaba definida: quería soterrar la imagen del General Emiliano Zapata porque así conviene a los intereses de sus amos, los dueños del dinero y del poder político, de quienes busca sus favores para darse a conocer.

Campesinos toman Palacio de Bellas Artes.
La actitud. Teniendo en cuenta que existen tres tipos de personas: nuestros enemigos, nuestros aliados y nuestros propios camaradas, nuestra actitud debe ser diferenciada hacia cada una de estas. Hacia nuestros enemigos nos conduciremos con el más claro y férreo desprecio; en el terreno del arte nuestra tarea consiste en denunciarlos, exhibirlos y combatirlos para desmoralizarlos. Hacia nuestros aliados nos conduciremos claramente en una actitud de alianza y crítica; en el terreno del arte difundiremos nuestra alianza, los principios que nos unifican y las tareas que compartimos, mientras que ejercitamos la crítica hacia ellos y las posiciones incorrectas que puedan asumir respecto a los intereses del pueblo. Hacia nuestros propios camaradas nuestra actitud debe consistir en elogiar y enaltecer sus luchas, sin dejar de tomar en cuenta que también existen limitaciones, debilidades, errores e incluso ideas atrasadas entre las filas del pueblo; en el terreno del arte coadyuvaremos en su reeducación a partir de promover la nueva cultura popular, en poner el arte al servicio de los intereses del pueblo, sirviendo al pueblo de todo corazón y bregando incansablemente por la revolución. Cháirez, por su parte, asume una actitud ultra individual, e incluso nociva y reaccionaria, pues también llama implícitamente (junto a su colectivo de amistades) a confrontar masa contra masa. Justo como se pudo observar en el Palacio de Bellas Artes cuando un importante contingente campesino arribó molesto exigiendo que se retirará la obra del autor, minutos después llegó un colectivo de personas afectas al pintor, provocando y retando a golpes a la masa; el resultado ya lo pudimos ver y ha sido objeto de linchamiento mediático contra los campesinos pobres a quienes la prensa reaccionaria y la parte reaccionaria de la comunidad LGTB llaman “gente pobre, inculta y homofóbica”. Esta es una actitud de clase también, se mira con desprecio al pueblo, se cree que el pueblo no tiene sentimientos, se piensa que se puede jugar con la imagen de los héroes del pueblo, de sus jefes políticos y militares, y para hacerlo se excusan en sus falacias, llamando a confrontar pueblo contra pueblo.

El público. Nuestros camaradas trabajadores del arte tiene claro que toda su obra, todo su trabajo, está dirigido hacia el pueblo. Es decir: la clase obrera, el campesinado pobre, los pueblos oprimidos, las mujeres y la juventud popular, la intelectualidad progresista, etc. Este arte popular es también un arte revolucionario, está pensado en los intereses del pueblo trabajador, en alentar sus luchas, en elevar su conciencia de clase, en combatir al enemigo y desmoralizarlo. Es impensable que nuestros camaradas trabajadores del arte, muchos de ellos también egresados e incluso catedráticos de importantes escuelas, vayan en contra de estos principios. Su arte va a las calles, las escuelas y los centros de trabajo porque ahí se encuentran las masas populares. Cháirez por su parte insiste en llevar su arte a grandes galerías, al Palacio de Bellas Artes y a cualquier otro espacio ocupado hoy por la gran burguesía porque su público es precisamente la gran burguesía, sus lacayos y los sectores desclasados del pueblo que se dejan capturar con su ondita “progre”, que en realidad es derechista y reaccionaria hasta la médula. Incluso si su obra saliera a las calles, el contenido de esta no busca atraer ni puede atraer las simpatías de las grandes masas populares, que de inmediato prenderían fuego a esa vulgarización que el autor pretende presentarnos como "otro ángulo" del General Emiliano Zapata.

"Emiliano Zapata", Arturo García Bustos.
El trabajo y el estudio de los artistas y escritores. En toda nuestra actividad, sostenemos que sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria; y el arte es también una actividad política que los revolucionarios debemos desarrollar incansablemente. Para ese fin, nuestros camaradas trabajadores del arte estudian infatigablemente las obras de los clásicos del marxismo-leninismo-maoísmo, principalmente maoísmo. Realizar círculos de estudio y debate, ciclos de conferencias, presentaciones de sus trabajos y debates al respecto, son tareas de primer orden para quienes se proponen hacer arte al servicio del pueblo en primer lugar, y hacer arte al servicio de la revolución, principalmente. Cháirez, por su parte, ¿Qué estudia? ¿A qué autores acude? ¿En qué basa los lineamientos de su obra? ¿Qué temática le justifica? Tiene toda la razón la familia del General Emiliano Zapata en señalar que establecerá denuncia formal contra el autor por el daño moral que le causan al General, a su vida y obra, a su legado histórico, a su apostolado, a la vigencia de su programa agrario, y por supuesto, a su propia familia. ¿Es acaso que el autor es tan inculto o grosero que no pensó que antes de dibujar a un personaje que pretende presentarnos como el General Emiliano Zapata no debía ponerse en contacto con su familia, explicarles, solicitar su consentimiento, convencerles? ¡No puede haber mayor acto de soberbia que esa actitud que refleja: soy artista, represento a la comunidad LGTB y pinto lo que quiero cuando quiero y como yo lo quiero y si me critican, son homofóbicos, incultos y pobretones!

Familia de Emiliano Zapata anuncia demanda contra autor.
El problema del trabajo de Cháirez titulado “la revolución” ha generado múltiples reacciones, desde la enteramente justificada actitud de los campesinos organizados en la CIOAC y la UNTA (dos organizaciones históricas bajo el liderazgo de la socialdemocracia), hasta los debates más acalorados entre los círculos de activistas.

La mal llamada “opinión pública” se siente ofendida por la gresca entre los campesinos pobres y activistas LGTB. La postura de la derecha condena a los campesinos pobres y llama víctimas de la discriminación a los activistas LGTB. Se tilda de homofóbicos, pobretones e incultos a los campesinos de todas las organizaciones de este país que reivindicamos como vigente la figura, la vida y la obra del General Emiliano Zapata, a quien consideramos nuestro jefe político y militar.

En medio de este problema surgen también al interior del movimiento posiciones centristas que quieren conciliar, que llaman a no ser tan dogmáticos al seno de la izquierda y llaman a la paz con la derecha. Estas posiciones centristas del oportunismo y el revisionismo contemporáneo pretenden soterrar no solamente el programa agrario revolucionario de Emiliano Zapata, sino también el programa histórico del proletariado que plantea la toma del poder, la revolución socialista y el comunismo.

Esta misma posición centrista surgió antes en el Movimiento Comunista Internacional en torno al trabajo titulado: “Stalin” de Picasso, el eurocomunista (anticomunista en realidad) que pretendió vulgarizar la vida y la obra de este gran jefe internacional del proletariado revolucionario.

Para nosotros el tema es claro: Cháirez y sus acólitos representan a la derecha y la ultraderecha que vienen empujando el golpe preventivo siguiendo los dictámenes del imperialismo yanqui.

Un golpe preventivo que empezó desde hace buen rato y que utiliza las herramientas del golpe blando, llamando a determinados sectores a organizar pequeñas rebeliones que generan odio y atomización entre las masas populares, confrontando pueblo contra pueblo. Hoy, so pretexto de luchar contra el patriarcado (que efectivamente existe a partir de la división de la sociedad en clases y el surgimiento de la propiedad privada sobre los medios de producción) se quiere endosar la responsabilidad del machismo a las masas populares, olvidando que en una sociedad dividida en clases, las ideas dominantes son las de la clase dominante. No se pugna por la reeducación de los trabajadores de la ciudad y el campo, se les llama “pobretones, homofóbicos, heteropatriarcales e incultos”.  No se pugna por destruir el actual modo de producción y construir uno nuevo sobre sus ruinas, que unifique y hermane a los trabajadores de la ciudad y el campo y que unifique y hermane a hombres y mujeres, más allá de sus preferencias sexuales. Pareciera que la táctica de algunos sectores establece: “división, desunión y confrontación entre sexos y preferencias sexuales”. Pareciera que esa táctica responde a los intereses de quienes se encuentran detrás del golpe preventivo en marcha, léase la derecha y la ultraderecha auspiciadas por el imperialismo y su égida yanqui.

Cartel SolRojista difundido el pasado mes de Abril de 2019
Ante este terrible escenario, seguiremos denunciando las desviaciones de derecha al interior del movimiento, las combatiremos y reforzaremos las posiciones de izquierda. Seguiremos organizando y combatiendo contra el latifundio, el patriarcado, el capitalismo burocrático y el imperialismo. Seguiremos sosteniendo: ¡Ni guerra entre pueblos, ni paz entre clases!

¡Zapata vive, la lucha sigue!
¡Revolución agraria, muerte al latifundio!

CORRIENTE DEL PUEBLO SOL ROJO



Nota: el 11 de Abril de 2019, un día después de las movilizaciones masivas regionales con motivo del Centenario del asesinato de nuestro General Emiliano Zapata, nuestro camarada Luis Armando Fuentes Aquino, dirigente pescador e indígena, fue asesinado por paramilitares en el municipio de San Francisco Ixhuatán, Oaxaca. Luis Armando, conocido con cariño por el pueblo como "Comandante Gato" luchaba junto a miles de campesinos pobres, pescadores y personas humildes del pueblo trabajador por la revolución agraria y antiimperialista que conduzca los destinos de este país hacia el socialismo. ¡Por supuesto que tenemos motivos claros para repudiar la obra de Cháirez!