Intensas semanas de actividad política y desobediencia se
viven en el cono sur de América Latina y el Caribe.
¡Que impresionantes
jornadas de protestas! ¡Que inigualables ejemplos de dignidad y rebelión
popular acompañan estas tempestades!
No le ha servido de mucho
al imperialismo imponer gobiernos reformistas o de derecha en los países
semicoloniales para contener la crisis del capitalismo burocrático y el
desbordamiento dialéctico de la inconformidad de la clase obrera y los pueblos.
La crisis general del
imperialismo, aunada a la propia crisis del capitalismo burocrático gestado en los
países semifeudales y semicoloniales de América Latina y el Caribe no caben más
en su propio pellejo, y comienzan a generar estallidos espontáneos en los
respectivos países, algunos más violentos y constantes que otros, y este
resultado apunta a tendencia dentro de lo que el presidente Mao Tse Tung llamó
los próximos 50 o 100 años de revoluciones proletarias concentrándose en los
países oprimidos, semicoloniales y coloniales, como centros de tormenta dentro
de la revolución proletaria mundial.
Al respecto, queremos
apuntar algunas consideraciones breves respecto a la situación de lucha de
clases que se vive en Sudamérica y el Caribe.
Brasil. Con la imposición de Jair Bolsonaro como gerente del viejo
estado, la burguesía y el imperialismo realizan un golpe militar preventivo,
instalando de facto un régimen tutelado por el Alto Mando Militar,
encontrándose aún dentro de este importantes contradicciones interburguesas no
solamente entre sus facciones burocrática y compradora, sino también entre las
propias fuerzas conservadoras de estas generando colusión y pugna entre la
derecha y la ultraderecha que claman por llevar la guerra civil reaccionaria en
marcha hasta sus últimas consecuencias. Para ese fin, la militarización del
país y su vida pública avanza de forma paralela a las reformas reaccionarias en
contra de la seguridad social, en el recorte al gasto público en salud y
educación, en el desarrollo de una política interna de nuevo despojo de tierras
y territorios indígenas en aras de las agroindustrias nacionales y extranjeras,
en el endurecimiento de la leyes en materia penal para frenar la lucha por la
tierra, privilegiando nuevamente a los grandes latifundistas, en el desarrollo
de una campaña mediática de linchamiento con un claro contenido anticomunista,
acusando de terrorismo a toda oposición de izquierda, y finalmente,
enalteciendo el vergonzante pasado de la dictadura militar que cobró la vida de
miles de activistas, dirigentes populares, sindicalistas y personas del
pueblo que decidieron luchar en contra de esta. El golpe militar preventivo en
Brasil no ha dejado de tener respuesta. Impresionantes demostraciones de masas
han recorrido el país una y otra vez, primero por demandas de carácter gremial
o reivindicativo, luego concatenando todas estas en diversas Huelgas Generales,
y por último, impulsando el llamado a desarrollar la Huelga General de
Resistencia Nacional que eche abajo al odioso régimen de Bolsonaro y los
militares.
En el Brasil las
manifestaciones de masas, las huelgas y piquetes, las barricadas y escaramuzas
se han reproducido incesantemente desde que Bolsonaro tomó posesión de la
presidencia de la república. Como una gota de agua que no tuviera descanso, que
persevera lenta pero constantemente, la rebelión en el Brasil no deja de
palpitar con energía extraordinaria. El movimiento popular ha mostrado tal
capacidad de organización, articulación y resistencia, que sin duda está
superando a las dirigencias oportunistas, reformistas y revisionistas que
suelen llamar a la conciliación de clases y a la negociación; es claro que las
masas organizadas bajo la férula de esas dirigencias, están rebasando los
estrechos márgenes de su accionar, asumiendo las posiciones revolucionarias que
claramente ganan terreno en las calles y campos. En el Brasil, grandes y
gloriosas páginas están por escribirse, y la clase obrera como fuerza dirigente
reconstituye su vanguardia organizada para colocarse al frente del campesinado
pobre como fuerza principal que dirija las luchas de las masas más profundas.
Ecuador. Luego de la imposición del llamado “paquetazo” económico
dictado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) e impuesto lacayunamente por
el oportunista Lenin Moreno, las masas se han tomado las calles desafiando el
estado de excepción que el viejo estado dictó. En un principio la prensa
burguesa pensaba que las revueltas se concentrarían únicamente en las ciudades
y entre algunos sectores de la población; transportistas y estudiantes fueron
de los primeros sectores en desafiar las medidas económicas del viejo
estado. La reacción por su parte apuntaba a la desmovilización de los primeros
conciliando posiciones con las dirigencias oportunistas. Sectores importantes
de las masas combatían en las calles de las principales ciudades; así, mientras
el cerco mediático se cerraba y la represión policiaca-militar se ensañaba en
contra de obreros y estudiantes, las masas del campo se alzaron marchando hacia
Quito, obligando al gobierno vende patrias a huir de la ciudad para cambiar la
sede de sus poderes a otra parte. Las masas de las ciudades y los campos se
alzaron en rebelión, convocaron Huelga General, desafiaron a la represión y con
heroísmo ejemplar tomaron instalaciones estratégicas como carreteras federales,
pozos petroleros, telecomunicaciones, abastecedoras, etc. también centros
oficiales de poder del viejo estado como la Asamblea Nacional y el Palacio de
Carondelet.
Las masas pagaron con alto costo su osadía de luchar, 1330
detenidos, 1507 heridos y más de una decena de asesinados son las cifras que
oficialmente se conocen hasta el momento. Los comunistas alertaron desde
temprano acerca del riesgo de que las dirigencias oportunistas, reformistas y
revisionistas se montaran sobre el movimiento para tratar de negociar
con Moreno; en un principio la gente misma rechazaba en las calles la presencia
de esas organizaciones electoreras y conciliadoras, se sabía de su tradición
rastrera. Finalmente el momento de la negociación llegó, el viejo estado echó
para atrás con las medidas económicas (momentáneamente) y las dirigencias
oportunistas se postraron ante el odioso régimen y el imperialismo, que mandó a
la ONU y al episcopado como figuras de mediación en un conflicto sin precedente
en los últimos 50 años; sin obviar el hecho que en el año 2005 en medio de una
huelga general las masas del Ecuador lograron la salida de Lucio Gutiérrez de
la presidencia de la república, pero los escenarios de rebelión superaron esta
vez por mucho aquellas jornadas también intensas.
El pueblo tomó seis
palacios de gobierno, destruyó 26 estaciones de policía, incendió 108 vehículos
oficiales y dejó en cenizas 2 carros blindados que la policía, y el ejército
reaccionario, utilizaron en su guerra contra el pueblo. Hay lecciones
importantes que deja la más reciente rebelión popular del Ecuador: las masas no
deben confiar en las direcciones oportunistas, reformistas y revisionistas, las
masas no deben temer a la violencia revolucionaria ni a las acciones que le
permitan acertadamente desmoralizar al enemigo de clase, las masas deben
alzarse en rebelión, una y otra vez, aunque sea previsible la derrota, las
masas deben luchar, dirigidas por el proletariado y su vanguardia, en función
del poder, de la toma y el ejercicio del poder.
Chile. “Estamos
en guerra contra un enemigo poderoso”, fueron estas las palabras del fascista Sebastián Piñera,
gerente en turno del viejo estado terrateniente-burocrático en dicho país. Una
auténtica y concreta declaración de guerra emitida por un jefe de estado en
términos de la ley marcial y el derecho internacional en contra del pueblo
trabajador, considerado enemigo oficial por el aparato del estado chileno. El
estado de excepción decretado por el régimen buscaba contener la lucha de la
juventud popular y las masas que salieron a las calles, volándose los
torniquetes del metro, desafiando el alza en el transporte público, el cuarto
en menos de dos años.
El gobierno reaccionario que antes había declarado a Chile
como “un
oasis”
en medio de las convulsiones sociales de América Latina, decidió hacer una
declaración de guerra contra el pueblo, asumiendo proporciones semejantes a las
de la dictadura de Pinochet, con conductas militares simétricamente idénticas.
Las escenas de carabineros, gendarmería y ejército disparando a mansalva contra
el pueblo, dan cuenta de ello; hasta el momento las cifras extraoficiales
hablan de 42 asesinados, más de 2400 detenidos, 12 mujeres violadas y 121
desaparecidos. El pueblo está respondiendo en estos precisos momentos con la
más ejemplar muestra de dignidad y valentía, rechazando en las calles la
agresión militar, respondiendo golpe por golpe pese al llamado de los
oportunistas y pacifistas de pacotilla a realizar “acciones civiles y pacíficas”, a “colocar la otra mejilla” y a “no
rebajarse al nivel de pacos y milicos (policías y militares)”. La violencia revolucionaria toma
las calles, se extiende por diversas ciudades y obliga a cada sector social a
tomar partido, o bien con el régimen hambreador y reaccionario heredero
de la dictadura militar, o bien con el pueblo en lucha, que se ha alzado en
franca rebelión. Piñera y el senado han echado atrás el aumento en las tarifas
del transporte, pero las afrentas contra el pueblo chileno no son por treinta
pesos, sino por treinta años, como correctamente señalan los revolucionarios.
Sí, se trata de treinta años de terrorismo de estado, de opresión y explotación
desmedida; desde el desmantelamiento de la seguridad social, el derecho a la
jubilación y la pensión, la imposición de las llamadas Administradoras de
Fondos de Pensiones (AFP*), la cancelación de derechos laborales y sindicales,
el despojo de tierras y territorios mapuche, la privatización de la educación,
el encarecimiento de la vida y las leyes de prohibición que sobreviven al
régimen militar y que han dejado presos políticos, asesinato y desaparición
forzada de opositores, desplazamiento interno y un sinfín de agravios que hoy
se desbordan con furia y profundo odio de clase. ¡Claro que la rebelión de la
clase obrera y las masas más profundas de Chile está justificada! ¡Claro que el
pueblo trabajador tiene legítimo derecho a reclamar cada gota de sangre vertida
en manos de sus verdugos! El toque de queda subsiste, la policía y el ejército
reaccionario están apostados en las calles, pero el pueblo y su inagotable
fuerza mantienen las posiciones y entereza para seguir combatiendo.
Uruguay. Las masas se han volcado a las calles para rechazar la reforma
constitucional promovida por los fascistas del Partido Nacional (PN) que busca
crear la llamada “Guardia
Nacional”
con al menos dos mil efectivos que junto a la policía y los militares estarían
haciendo funciones de seguridad pública, lo que implica la militarización del
país*. Acompañado a esto, se reformaría el código penal, endureciendo leyes y
dando amplias facultades a la policía y el ejército para realizar detenciones y
actuaciones que coarten las libertades democráticas de la población como allanamientos
nocturnos en domicilios particulares y penas privativas de la libertad de
carácter perpetuo.
Ante este escenario, el rechazo del pueblo es absolutamente
justificado y evidente, puesto que trae a cuenta la época de la dictadura
militar que cobró miles de vidas, encarceló a miles de opositores y desapareció
a un número igualmente alto de personas. El régimen ha manifestado su
preocupación ante la creciente ola de protestas, hasta el momento pacíficas,
puesto que el número de manifestantes continúa en aumento y muestra su amplia
solidaridad con el pueblo chileno. La derecha ha bautizado esta reforma con el
nombre ignominioso de “vivir
sin miedo”;
la creación de la Guardia Nacional responde a los intereses de Washington que
viene desarrollando una política de seguridad exterior para preservar sus
intereses en sus zonas de influencia. La
reforma será votada el domingo, el mismo día de las elecciones en Uruguay donde
la derecha espera reposicionarse. El pueblo mantiene en las calles el grito ¡milicos nunca más!*
Haití. Jovenel Moise, gente en turno del viejo estado servil en
Haití enfrenta las protestas multitudinarias de la población que demanda su
renuncia o destitución. Los escándalos de corrupción aflorados desde el pasado
mes de febrero en que iniciaron las protestas, y la creciente carestía de la
vida provocada por la inflación, han motivado la rebelión popular que se ha
robustecido desde el mes de septiembre, en que la crisis económica alcanzó un
mayor nivel. Cierres de carreteras, barricadas, tomas de edificios públicos,
huelgas en centros de trabajo y escuelas, etc. han marcado la ruta de las
protestas que están enfrentado la represión del régimen que se niega a dimitir
y que está siendo sostenido por el imperialismo yanqui y francés, que comparten
esta semicolonia para la explotación de sus recursos naturales y fuerza de
trabajo. El número de asesinados y detenidos por el régimen es inexacto, el
cerco mediático alrededor de la situación es bastante hermético,
extraoficialmente se habla de al menos 60 personas asesinadas, más de 200
detenidos y un número incierto de desaparecidos desde febrero hasta la fecha.
En otras partes de América Latina como Colombia, Honduras y
Bolivia se desarrollan también importantes protestas de masas que hablan del
desgaste dialéctico que van teniendo los regímenes de derecha e incluso
aquellos otros con contenido reformista. En ninguno de ellos, ninguna de las
facciones gobernantes de la burguesía ha logrado resolver de fondo la crisis
del capitalismo burocrático que asfixia a la región, y que solo puede ser
resuelta mediante el barrimiento de las tres grandes montañas que oprimen a los
pueblos en países como estos: la semifeudalidad, la semicolonialidad y el
capitalismo burocrático.
La ruta del imperialismo está perfectamente dictada y
asentada en cada uno de las expresiones políticas legales que existen en
América Latina, tanto las posiciones de derecha como de izquierda al interior
de los partidos electoreros que gobiernan y son oposición en los diversos
países, constituyen únicamente las diferentes aristas que tiene el imperialismo
para sortear sus crisis general y perpetuar su control sobre estas sus zonas de
influencia. Paralelamente se dan escenarios de colusión y pugna, primero entre
las potencias imperialistas y la súper potencia hegemónica mundial que es el
imperialismo yanqui y que controla en lo general América Latina, como también
entre las burguesías criollas de cada país, que comparten el poder del viejo
estado y se disputan los favores de sus amos imperialistas.
Ante este complejo
escenario, el proletariado y las masas populares de América Latina y el Caribe
requieren construir escenarios de organización, lucha y rebelión contra sus
opresores.
Es correcto alentar
el desarrollo y combatividad de la lucha de clases al calor de los estallidos
espontáneos de las masas. Es correcto recordar que la experiencia que da la
lucha de clases en 20 años, puede llegar a condensarse en tan solo 20 días de
intensas jornadas como las que diversos países están viviendo; esta es una
enseñanza y una regla general de la lucha de clases a lo largo de la historia
de la humanidad.
Pero resulta
particularmente importante trabajar por construir organizaciones de corte
revolucionario, especialmente trabajar por constituir o reconstituir los
partidos comunistas del proletariado, a la luz del pensamiento científico de su
teoría: el marxismo-leninismo-maoísmo, principalmente maoísmo. En palabras de
Vladimir Ilich Lenin: …”el
trabajar para que se creé una organización de combate y se lleve a cabo una
agitación política es obligatorio en cualesquiera circunstancias <grises y pacíficas>, en cualquier período de <decaimiento del espíritu revolucionario>. Y más
aún: precisamente en tales circunstancias y en tales periodos es especialmente
necesario el trabajo indicado, porque en los momentos de explosiones y
estallidos es ya tarde para crear una organización; la organización tiene que
estar preparada, para desarrollar inmediatamente su actividad”.
Desde la CORRIENTE DEL PUEBLO SOL ROJO saludamos con entusiasmo,
camaradería e internacionalismo proletario a los trabajadores y los pueblos de
América Latina y el Caribe que han abrazado la lucha de clases al calor de la
rebelión contra los diversos gobiernos de las burguesías y el imperialismo;
especialmente homenajeamos el tesón, la claridad, la combatividad y la
energía demostrada por nuestros camaradas maoístas en Brasil, Ecuador y Chile
que han sabido conducir las luchas del pueblo en defensa de sus derechos,
siendo el fundamental de estos el derecho al poder.
Estamos convencidos
que la táctica y la estrategia del proletariado en cada país, particularmente
en los países semicoloniales como el nuestro, colocan la lucha contra el
imperialismo en un primer plano, y eso pasa por enfrentar y derrocar a los
gobiernos lacayunos que profundizan la explotación y el sometimiento del pueblo
con políticas antipopulares de carestía, militarización y despojo. Estamos
convencidos que en esa misma lucha se deben desarrollar principalmente los
esfuerzos necesarios por acabar con la base que mantiene anquilosado el
desarrollo de las fuera productivas materiales, y esto significa enfrentar y
derrotar la semifeudalidad que mantiene el régimen de servidumbre, el trabajo
esclavo y el latifundio abierto o velado sobre la tenencia de la tierra.
Estamos especialmente convencidos que el capitalismo burocrático que existe en
nuestros respectivos países solo podrá ser suprimido mediante la revolución
violenta de las masas, lideradas por la clase obrera y sus partidos de
vanguardia, desarrollando la revolución de nueva democracia y la revolución socialista en cada país como parte de la revolución proletaria mundial.
En ese sentido, las
muestras de solidaridad e internacionalismo proletario son correctas, pero se
complementan cuando alcanzan su contenido militante al denunciar, condenar y
repudiar a los gobiernos reaccionarios que oprimen y explotan a otros pueblos,
así como al imperialismo internacional que dicta sus agendas.
El llamado de la CORRIENTE DEL PUEBLO SOL ROJO, en medio de la ruta para la
constitución del Frente
del Pueblo,
es repudiar los actos oficiales de los gobiernos reaccionarios de Brasil,
Ecuador, Chile y Haití dentro del territorio nacional. ¡Que sepan estos
verdugos de nuestros pueblos hermanos que no son bienvenidos a este territorio
rebelde que tarde o temprano también se alzará nuevamente, como ya antes
lo ha hecho, en las más gloriosas hazañas de nuestra América Latina!
¡Abajo los gobiernos reaccionarios y lacayos del
imperialismo!
¡Muerte al imperialismo!
¡Vivan los pueblos en lucha!
¡Proletarios y pueblos oprimidos de todo el mundo,
uníos!
CORRIENTE DEL PUEBLO SOL ROJO
MÉXICO, OCTUBRE DE 2019
Notas:
*[Respecto a la AFP] en México el gobierno
tecnocrático de Ernesto Zedillo Ponce de León impuso una contra-reforma laboral
de corte protofascista, que atentó directamente contra los derechos
individuales y colectivos del proletariado y la clase trabajadora. Parte esencial
de dicha contra-reforma fue la modificación al Régimen de Jubilaciones y
Pensiones contenida en la Ley del Seguro Social y dirigida contra los
trabajadores del llamado “Apartado A” de la Ley Federal del Trabajo, es decir:
los trabajadores al servicio del “capital privado”. La contra-reforma implicó
la cancelación del derecho de jubilación y pensión y el inicio de la usura
bancaria con la creación de las llamadas Administradoras de Fondos para el
Retiro (Afores), reguladas por la denominada Comisión Nacional del Sistema de
Ahorro para el Retiro (CONSAR) bajo la observancia de la Secretaría de Hacienda
y Crédito Público. Igual que las AFP en
Chile, las AFORES en México han servido únicamente para la especulación en manos
de la oligarquía financiera que ha cobrado grandes dividendos a expensas de los
ahorros del proletariado y los trabajadores, luego que la burguesía burocrática
ha exprimido su plusvalía y que la burguesía compradora ha lucrado con cada
peso arrebatado de manos de estos.
*[Respecto a la reforma denominada “Vivir sin
miedo”] en México el “nuevo gobierno” del viejo estado, representado por la
facción patriotera de la burguesía burocrática logró imponer una reforma
anticonstitucional totalmente similar; la creación de la Guardia Nacional como
cuarto cuerpo de ejército para la guerra contra el pueblo en lucha se da como
un acto de guerra preventiva para imponer la agenda dictada desde Washington y
otros centros imperialistas con los que el gobierno de la república tiene
perfectamente asentados sus intereses; principalmente en cuanto a los
megaproyectos de despojo y muerte como el Proyecto para el Desarrollo del
Istmo, el Plan Integral Morelos, el Tren Maya, la Refinería Dos Bocas, entre
otros. La militarización del país en México se ha dado bajo el “nuevo gobierno”
en total pasividad por parte de los más amplios sectores populares, derivado
principalmente de la popularidad de la que goza AMLO y que ha logrado
desmovilizar a amplios sectores populares liderados por el oportunismo, el
reformismo y el revisionismo, que anteriormente se movilizaron de forma
importante en contra de la misma militarización del país que apenas un año
atrás había propuesto el fascista Enrique Peña Nieto con la llamada Ley de
Seguridad Interior, que en esencia, planteaba lo mismo: sacar a los militares a
las calles a ejercer funciones de seguridad pública. Actualmente la
Guardia Nacional ha tenido destacadas actuaciones de represión en contra de
migrantes centroamericanos y africanos en la frontera sur y norte del país, y
se ha concentrado en labores de hostigamiento y presencia contra movimientos
sociales opositores a los megaproyectos del imperialismo. En contraste, el
primer gran fracaso de la política de seguridad interior de la autodenominada
“cuarta transformación” ha sido el escenario de guerra desatada entre el
ejército mexicano, la policía federal, la gendarmería y la guardia nacional
contra una fuerza irregular con el mismo poder de fuego y capacidades técnicas.
El operativo para la detención de un alto capo de la droga en el norte del país
demostró que el viejo estado terrateniente-burocrático no tiene en realidad una
fuerza policiaca-militar capaz de defender al pueblo contra una amenaza externa
o interna, sino que ha sido creado como un ejército reaccionario para
salvaguardar la sacrosanta propiedad privada sobre los medios de producción, es
decir: para la guerra contra el pueblo. Al cierre de esta edición (26/10/2019,
a un día de los comicios federales en el Uruguay) se sabe de las presiones de
Washington para que la derecha enquistada en las diversas facciones de la
burguesía, sus partidos y organizaciones, coaccionen la aprobación de la
reforma fascista.
Al resaltar ambas comparativas, queremos subrayar el
hecho que en México el “nuevo gobierno” del viejo estado, aparentemente
“democrático” no ha movido un solo dedo en realidad para ir en contra de las
políticas “neoliberales” (como paradójicamente lo asegura AMLO en su retórica).
El discurso “por el bien todos, primero los pobres” ha quedado de lado para continuar
la agenda dictada por el imperialismo, profundizando el carácter semicolonial
de nuestro país. La situación de ruina, explotación, despojo y represión contra
las masas continúa, y ninguna de las políticas económicas asumidas por el
“nuevo gobierno” ha representado un cambio de fondo respecto a los gobiernos
anteriores del PRI y el PAN, lo cual sigue confirmando que las elecciones no
son la solución, y que la única salida a la crisis del capitalismo burocrático
es la revolución
de nueva democracia,
que construya nuevo
poder
y barra con todo aquello que oprime y explota al pueblo; solamente así podrán
sentarse las bases objetivas y materiales para la edificación del socialismo como parte de las tareas hacia la revolución proletaria mundial. En síntesis, la aparente
estabilidad social que vive nuestro país se debe más a un montaje desde arriba
que a una situación real o de mejora en las condiciones de vida, trabajo y
estudio de la población. El estado de bienestar y el keynesianismo de la “cuarta transformación”, están siendo
tutelados y tolerados por el propio imperialismo. Esta calma relativa terminará
por convulsionar ante las crisis cíclicas que vive el capitalismo burocrático,
y sin duda tratará de ser también aprovechada por la derecha y los grupos más
recalcitrantes de la burguesía para imponer un golpe de estado que también será
auspiciado por el imperialismo, particularmente el yanqui. De ahí la necesidad
de seguir paso a paso el desarrollo de los acontecimientos a escala
internacional, prestando especial atención la situación de América Latina y el
Caribe. ¿Qué debemos hacer los
demócratas, los revolucionarios y los comunistas ante un escenario semejante?
En principio de cuentas, evitar desde todos los ángulos convertirnos en tontos
útiles de cualquiera de los bandos en pugna de la burguesía y sus diversas
facciones. En segundo lugar, asumir la defensa de la soberanía nacional
entendiendo que esta reside en el pueblo trabajador, en su derecho a la libre
autodeterminación y el ejercicio del poder. En tercer lugar, rechazando las
posiciones catastrofistas, liquidacionistas, reduccionistas e incluso de
sumisión que sectores del oportunismo, el reformismo, el revisionismo y los
propios grupos delincuenciales podrían llegar a asumir para “la defensa de la
patria”. Debe quedar claro, en el contexto actual, un golpe de estado tiene
objetivos de fascistizar por absoluto al viejo estado. Solamente la revolución
democrática de nuevo tipo, agraria y antiimperialista, ininterrumpida hacia el
socialismo, puede garantizar la defensa de la patria y la liberación
nacional. Esto representa nuestra
obligación, la del pueblo todo, con el proletariado (fuerza dirigente) y el
campesinado pobre (fuerza principal), de la luchar por imponer nuevo poder. ¡Salvo el poder, todo es ilusión!