La odiosa
Ley de Seguridad Interior fue aprobada el día de ayer (29 de Noviembre de 2017), primero en la comisión
de gobernación con 18 votos a favor por el PRI, PVEM, PANAL, PES y una diputada
del PAN, contra la coalición parlamentaria de derecha PAN, PRD, MC y la
socialdemocracia de MORENA con 13 sufragios en contra.
La
iniciativa ha sido condenada por organizaciones no gubernamentales defensoras de
derechos humanos, académicos e intelectuales progresistas, además de
organizaciones revolucionarias y movimientos sociales de izquierda por representar
un modelo fascista de seguridad, que es continuidad de la guerra de baja
intensidad y la guerra de persecución contra el pueblo e lucha, disfrazada de
combate al crimen organizado. Esto no es nuevo, y se vio generalizado por
Felipe Calderón con resultados funestos.
El
aumento en las violaciones a derechos humanos como las ejecuciones, los desplazamientos
forzosos, la tortura, las detenciones por motivos políticos, etc. muestran cuan
grave es, además de la existencia de un estado represivo y policial, la
fascistización y el endurecimiento del mismo, militarizando el país y la
economía soltando la bota militar sobre el cuello del pueblo trabajador.
Y es
que el asunto va más allá de la existencia o no de un “un marco legal que
regule las funciones de las fuerzas castrenses en el país”; incluso va más allá
de los denominados “derechos humanos”, porque es claro que las clases dominantes
(que también forman parte de la humanidad) no violentarán sus propios derechos a
la integridad, al patrimonio, a la propiedad y al poder… sino que habrán de
socavar aún más los derechos del pueblo trabajador.
El
bodrio de Ley de Seguridad Interior ha estado en el ojo del huracán por ser un
modelo regresivo, ineficiente que a larga demostrará que fue hecha para
contener la presión social contra el viejo estado, y sobre todo, para alistar a
todas las estructuras del estado burgués-terrateniente para la guerra contra el
pueblo, pasando entonces a la guerra de aniquilamiento contra los opositores
del régimen.
Es
claro que el viejo estado no se desgasta por sí mismo como piensan ilusamente los
reformistas y revisionistas de todo pelaje, que hablan de transformación de la
sociedad con miedo a llevarlo a cabo, esperando simplemente que un día “el
estado caiga” por su propio peso. ¡Eso jamás va a ocurrir!
Esto
lo demuestra la orden directa del gerente en turno de la burguesía y el
imperialismo, Enrique Peña Nieto, quien desde Los Pinos mandató la aprobación
de esta ley a modo sin discusión de fondo, solo con posicionamientos a favor o
en contra, demostrando una vez más ante el pueblo mexicano que la separación de
poderes y la democracia burguesa solo es parte de la ficción literaria de la
clase que detenta el poder.
249
votos a favor por parte del oficialismo encabezados por el PRI y satélites contra
114 de la coalición derecho-reformista, con 47 abstenciones en una sesión larga
en San Lázaro y con la chicanada de último momento de subirlo al pleno sin
respetar su misma reglamentación del congreso burgués, ya que la premura es
evidente tras la instrucción presidencial de omitir argumentos y obviar los
propios con tal de suspender las garantías individuales y sociales, para
contener o reprimir escenarios futuros de algidez popular ante el escenario electoral
donde las cuentas en los sufragios pueden orillar al nuevo fraude-imposición,
pero también al hartazgo, el boicot y a rebelión del pueblo en lucha.
En la
sustitución oficiosa de palabras, literalmente aparece en escena “Perturbaciones del Orden Interno o Interior”,
caracterizando a los sujetos activos de “Perturbadores”,
justifica y mandata a los policías y militares con acciones a su propio
criterio y a discreción, sin necesidad de confirmar o no las hipótesis, bastará
con ser sospechoso para poder ser víctima del terrorismo de estado, esta vez de
forma “constitucional”.
Los
recursos serán ejercidos de forma discrecional, sin controles eficaces ni
licitaciones bajo el argumento de seguridad nacional.
Laxa
y apresurada, con fines represivos y tufos electorales, con dedicatoria y apellido
para todos los opositores al régimen, desde las formaciones democráticas y
revolucionarias hasta los propios socialdemócratas ingenuos que no entienden un
carajo lo que está pasando en el país mientras suspiran rumbo al 2018. Ya en lo
que respecta a los derechos humanos, veremos más hechos como los documentados
en los casos Nochixtlan, Ayotzinapa, Tlatlaya, Apatzingan, etc.
En el
juego perverso del petate del muerto y la chantajología de estos sujetos de
marras se consuma un capitulo para sacar a la bota militar a las calles para
combatir a los desarrapados e inconformes. La numerología aumenta más de
120,000 mil muertos en esta guerra irregular y de baja intensidad contra el
pueblo pobre.
Los órganos
internacionales como la misma ONU-DH, entre otros quedaron atónitos ante el
cuadro descompuesto de la narco violencia y de leyes a modo de los grupos de interés
compuestos por las diversas facciones de la burguesía, los latifundios y el
imperialismo, principalmente el norteamericano.
La
pequeña burguesía en torno a la manifestaciones para defender los derechos del
pueblo, aúlla su carácter de pacifismo a ultranza, cuando en la última década vemos
cuando le es incómodo a la burguesía burocrática, contrata y entrena
paramilitares, y ahora a mercenarios para reventar ajustar cuentas de forma
terrorista contra el pueblo y justificar la represión y el uso contundente del ejército
y la marina.
La
tarea pendiente es la unidad en la acción de todos los grupos antifascistas y
democráticos para defender los derechos del pueblo, comenzar a generar
escenarios de oposición contra estas políticas de militarización y fascitización
del régimen, pero no será llamando a votar y a buscar salidas facilonas en las
urnas como habremos de lograrlo, sino en las calles, con demostraciones de
combate y lucha callejera, en unidad con todas las fuerzas del pueblo que deseen
atreverse a escalar las alturas.
¡Rechazo total a la
Ley de Seguridad Interior!
¡Fuera militares de
nuestras calles, plazas y pueblos!
¡A construir el Frente
Único de los Trabajadores y los Pueblos Contra el Capital y el Imperialismo!